La llamada...
Éste fin de semana me fui de acampada con unos amigos. He de decir que tengo nulo sentido de la orientación y mis conocimientos de exploradora no existen. Así que ya puedes hacerte una idea de como fui a esa excursión. Si, con una malo delante y otra detrás.
Nací en una ciudad grande, crecí en una ciudad no muy grande y he hecho mi vida entre edificios y una naturaleza casi inexistente, pero no por ello soy ajena a la llamada de la selva... No, aquí no es en relación al reloj biológico. Aunque también.
La llamada de la selva (en éste caso) es aquel instinto innato que tenemos todos los seres vivos a acoplarnos a la naturaleza en los momentos más necesarios. No necesitamos ser unos excursionistas de élite para notar como nuestro cuerpo nos avisa de un peligro. Y ese es el sol. Puto sol.
Tengo la piel muy blanca y por ende muy sensible. A mi el sol me hace mucho daño, tanto que adquiero un color rojo gamba para luego pelarme como una maldita serpiente y después... recuperar el mismo color leche de toda mi vida. Tengo un problema con el sol, no me gusta, pero sentir el calor sobre mi piel, oler a la naturaleza y sentir el verano... ¡me encanta!
Como se nota que estamos al principio del verano, se huele, se nota y se siente. Es verdad que soy más un oso polar, porque prefiero el frío... pero el verano. No sé, tiene algo mágico. Obviamente prefiero el clima tropical que es la leche: No hay frío pero si hay lluvias y por ende refresca. Pero en Europa no, estamos azotados por las estaciones y ahora nos toca el verano y eso hace que tengas ganas de playa y montaña, meterte en agua y cruzar montañas. Y eso fue lo que hice para terminar con una insolación del copón y con el cuerpo maltrecho. Como se me nota la edad... madre mía.
A pesar de todas las trabas que supone para mi enfrentarme a la naturaleza, cuando estoy en ello me siento otra persona. Es como si mi propio cuerpo se adaptara, incluso siendo inconscientes tu cuerpo reacciona. Nótese ahora parezco un tomate... ¿por qué? El sol me ha lastimado y mi instinto primitivo me recuerda y me avisa que debo tener cuidado porque la próxima no será tan clemente.
La misma naturaleza nos avisa de las cosas y crea espacios para que el pie humano llegue a tocar. En las montañas siempre hay senderos con más roca o menos empinado, todo para que el ser intrépito pueda conocer sus profundidades.
Es bonito desconectar del mundo durante unos días y volver a reencontrarnos con nuestra parte más animal, más salvaje y recordar y venerar con respeto que después de todo, todos fuimos tierra y naturaleza en algún momento.
Nací en una ciudad grande, crecí en una ciudad no muy grande y he hecho mi vida entre edificios y una naturaleza casi inexistente, pero no por ello soy ajena a la llamada de la selva... No, aquí no es en relación al reloj biológico. Aunque también.
La llamada de la selva (en éste caso) es aquel instinto innato que tenemos todos los seres vivos a acoplarnos a la naturaleza en los momentos más necesarios. No necesitamos ser unos excursionistas de élite para notar como nuestro cuerpo nos avisa de un peligro. Y ese es el sol. Puto sol.
Tengo la piel muy blanca y por ende muy sensible. A mi el sol me hace mucho daño, tanto que adquiero un color rojo gamba para luego pelarme como una maldita serpiente y después... recuperar el mismo color leche de toda mi vida. Tengo un problema con el sol, no me gusta, pero sentir el calor sobre mi piel, oler a la naturaleza y sentir el verano... ¡me encanta!
Como se nota que estamos al principio del verano, se huele, se nota y se siente. Es verdad que soy más un oso polar, porque prefiero el frío... pero el verano. No sé, tiene algo mágico. Obviamente prefiero el clima tropical que es la leche: No hay frío pero si hay lluvias y por ende refresca. Pero en Europa no, estamos azotados por las estaciones y ahora nos toca el verano y eso hace que tengas ganas de playa y montaña, meterte en agua y cruzar montañas. Y eso fue lo que hice para terminar con una insolación del copón y con el cuerpo maltrecho. Como se me nota la edad... madre mía.
A pesar de todas las trabas que supone para mi enfrentarme a la naturaleza, cuando estoy en ello me siento otra persona. Es como si mi propio cuerpo se adaptara, incluso siendo inconscientes tu cuerpo reacciona. Nótese ahora parezco un tomate... ¿por qué? El sol me ha lastimado y mi instinto primitivo me recuerda y me avisa que debo tener cuidado porque la próxima no será tan clemente.
La misma naturaleza nos avisa de las cosas y crea espacios para que el pie humano llegue a tocar. En las montañas siempre hay senderos con más roca o menos empinado, todo para que el ser intrépito pueda conocer sus profundidades.
Es bonito desconectar del mundo durante unos días y volver a reencontrarnos con nuestra parte más animal, más salvaje y recordar y venerar con respeto que después de todo, todos fuimos tierra y naturaleza en algún momento.
¡Oh, qué mal que te hayas quemado! Ojalá se te pase pronto que no hay nada peor que eso :,D
ResponderEliminarA mi no me gusta mucho la naturaleza, por el contrario, siento que me estreso muchísimo en ambientes donde no hay mas que árboles, tierra y animales salvajes :,D Sin contar que soy de las que no les gusta el sol, tanto es así que incluso, hasta a mi loro me cuesta sacarlo a que tome sol XD —que se crió conmigo y hasta eso sacó XD— es una lucha porque lo saco a que se broncee un poco y él se tira de donde lo ponga y entra a la casa al grito de '¡mamá!' mientras pasa como una exhalación a su aro donde el sol no le alcance XD
Aunque, imagino que a pesar de los contras, debe haber sido una bonita experiencia <3
¡Cuidate! Y ponte algo de crema o aloe, eso ayuda muchísimo a las quemaduras :,D
Bye!
Es que el sol... es complicado, hay gente que le gusta y hay gente que no. A mi... depende. Pero bueno, siempre me quemo igual así que... aunque ahora ya estoy mejor. Gracias
Eliminar¡cuídate!