Pánico

Después de haberme pasado una noche terrorífica tuve la idea de hacer un relato para el reto éste de escribir, así que aquí voy...

Segunda persona testigo
Este tipo de narrador puede referirse a sí mismo en primera persona, pero no es el protagonista de la historia. No sabe lo que los otros piensan ni sienten. No conoce los hechos que no hayan sucedido frente a sus narices o que otro le haya dicho. Solo le está contando a X persona lo que esa X persona hizo.
Puede narrar en pasado algo que ya pasó o en presente lo que están viendo que se produce en ese momento.
Ejemplo: “Estabas en la parada del bus, esperando. Mirabas tu reloj y golpeteabas la punta del pié contra la acera”
El narrador testigo en segunda persona es el que narra “lo que le pasa a su interlocutor”.

¡ATENCIÓN!La voces en segunda persona pueden ser tres: TU, VOS o USTED y cada una de ellas tiene su propia conjugación verbal.

Ejemplo: Tu eres, quieres, amas, sueñas, dejas, olvidas, vives y mueres.
Vos sos, querés, amás, soñás, dejás, olvidás, vivís y morís..
Usted es, quiere, ama, sueña, deja, olvida, vive y muere.
Aprendes a manejar el flujo de información que le das al lector.
Ejercitas el uso de otras voces gramaticales y la conjugación de verbos en cualquiera de las tres voces de la segunda persona del singular (tu, vos o usted).


Pánico
Dijiste que no podías moverte. Aunque los dos sabemos que podías hacerlo, pero no querías. 
En el lugar donde estaba yo, acurrucado en la esquina con la cabeza escondida entre las rodillas podía escuchar como tu corazón latía. Sé que era una tontería, porque estabas acostado en esa cama, mirando el techo blanco mientras las luces repicaban dejando la habitación a oscuras durante unos segundos. A veces te movías, pero tan levemente que creía que aún estabas en ese estado, por lo que me acercaba a ti y miraba tus ojos, abiertos con las cuencas inmóvil y los labios tan fuertemente cerrados que pequeños hilos de sangre salían de tu boca. Cuando ocurría eso gritaba, saltaba de la cama y golpeaba esa puerta metálica que me hacía daño en los nudillos. Tú gritabas también, pero mis alaridos no se podían comparar con los tuyos. Aplastado en la puerta, sentía como tus gritos rompían mi garganta, sentía como mis cuerdas vocales se separaban de mi esófago y comenzaba a atragantarme con mi propia sangre. Tú, acostado en tu cama seguías gritando, ahogándote en tu sangre y yo, tan sólo podía gritar.

El sudor caía de tu frente, seguías diciéndome que no podías moverte y que te picaba con fuerza el hombro. Quería acercarme a ti, rascarte y decirte que todo iría bien, pero sabemos que es mentira. Me habían atado a la cama, también podía ver el mismo techo que tus ojos veían. Podía sentir que mis brazos no podían moverse, pero lo mío era real. Lo tuyo no. Sigues diciendo que no podías moverte, que ahora te picaba otra parte. Vi como te cambiaste de postura y me alegré por ti. ¡Te moviste! 

Ya no estoy atado, tampoco tengo medicamentos en la sangre pero tú si. Me dijiste que te moviste, que bajaste de la cama y que comiste. Todo el mundo dijo que era bueno, al fin podías irte, pero volviste a gritar. De golpe. Gritaste tanto que te clavaste las uñas en las manos. La enfermera dijo que tenías tanta sangre por las manos y la boca que para curarte tuvieron que dormirte, porque seguías gritando y haciéndote más daño. Yo también grité cuando llegaste a la habitación. Y también me durmieron. 

Me hiciste jurarte que cuando la puerta metálica se abriera no volviera jamás. Me dijiste que si salía antes que tú, debía olvidarlo todo y querer estar sano. Me hiciste prometer que me curaría antes que tú. Y así lo hice. Me curé, pero tú no. 

Me dijiste que en tu funeral narrara tu pesadilla, como te sentías y que le dijera a la gente que el miedo es peor que cualquier otro dolor, porque el miedo crece en tu cabeza y se esparce por tu cuerpo. Es como una metástasis pero aún peor... porque si hay metástasis en un cuerpo, el final es la muerte y existe la morfina para el dolor. Pero cuando el dolor viene del cerebro y del miedo, cuando la metástasis te deja sin moverte, notando como tus músculos están tensos, esperando a moverse y cualquier ruido es una alarma, no existe medicina para calmarlo. Sólo la muerte y eso hiciste. 
Cogiste todas las pastillas que jamás me tome y te las tragaste sin masticar y al poco tiempo moriste. La enfermera dijo que no sentiste nada, pero no lo sé... no la creo.
Y ahora te pregunto amigo mío... ¿puedes ahora moverte? 

Comentarios

  1. ¡Wow! Pero qué maravilla. Me ha encantado y el final te deja con la piel de gallina.

    ¡Fantástico! Me encanta como escribes <3

    ¡Cuidate!

    Bye!

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Me alegro saber que te haya encantado..¡me haces muy feliz!
      :D

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