Día 4: Preludio

No tengo una estación del año preferida. Desde luego que manía más mala te tener algo preferido... ¿es que la gente no cambia?
Antes creía que me gustaba más el frío, pero pasé mucho en invierno y me decanté quizás por el verano, pero es que también lo paso muy malamente así que terminé con la decisión de gustarme los preludios a esas dos estaciones. Así de guay soy.
No voy a decidir si será primavera u otoño de lo que voy a escribir, porque no lo sé, pero lo que salga... saldrá.




Preludio
Todo se acabó en esa época del año.
No sé porque lo decidimos así, pero no tengo la más mínima duda de que pasó.
Aún mantengo las huellas de tus manos en mi piel, el aroma de tu cuerpo en mis cosas, incluso a veces recuerdo tu figura en el sillón del salón o en el jardín junto al sol.

Todo ocurrió en esa época del año.
No recuerdo cómo fue, pero tampoco importa el por qué.
Ya todo pasó, ya todo calló como las hojas de los árboles en otoño, como las crisálidas en primavera.
Tu presencia en mi vida fue tan fugaz como el respiro de una mariposa.

Todo dejó de pasar después de ese año.
Nada era lo mismo, pero tampoco buscaba semejanzas.
Ya no habían recuerdos tuyos en mi alma.
No había marca que pudiera borrar, ni dolor que quisiera perdonar.

Porque todo pasó en esa época del año, por eso... ¿por qué vuelves otra vez?
Y no en ese momento, ni en aquel lugar... sino cambiando momentos y reviviendo sentimientos.
Porque volviste otra vez... en esa época del año.