Día 12: Chocolate #2
No suelo escribir segundas partes de los relatos cortos que he hecho, pero después que Roxana me dijera que le hubiera gustado ver la continuación, pues... me dije ¿por qué no?
A decir verdad el de Chocolate lo dejé bastante abierto, porque no quería que fuera muy claro, así que para cerrarlo de forma perfecta aquí les ofrezco la continuación y final.
El relato está centrado en San Valentín, como exige el reto.
Chocolate #2
Se marchó al hospital con una sensación amarga. Sabía que las cosas no habían salido como él quería. Estuvo casi dos semanas para reservar aquel restaurante, se pateó media ciudad buscando el anillo y dos semanas más ensayando todo lo que le iba a decir, pero claro a veces se olvidaba de que era médico y muchas veces no podía hacer planes. Suspiró frustrado y se subió al coche. Al menos esperaba que se diera cuenta del pesado anillo que le había dejado en el bolso. Quizás no se lo dio en persona, pero ella lo vería el día de San Valentín. ¿Qué podría ser más romántico que eso?
- Muchas cosas.- respondió su amigo cuando le contó lo ocurrido esa noche.- Deberías haber rechazado la urgencia, como has visto sólo fue una falsa alarma. Esa señora creo que está colada por ti y sólo quiere verte.
Una parte de su cerebro aceptaba lo que le decía su amigo, la otra se negaba a admitirlo. En cierto modo esa llamada le había salvado de hacer esa escena tan vergonzosa delante de tanta gente. Amaba a su novia, con toda su alma, pero tampoco quería exhibirse como si fuera un trozo de carne, por eso había cogido el teléfono y se había ido.
Después de hablar con su compañero comenzaba a sentir la culpa, no había obrado bien y sabía que ella estaría encolerizada, molesta y posiblemente le haría dormir en el sofá cuando llegara. Suspiró y tomo por una vez en su vida, la decisión correcta. Dejó todos sus pacientes a otro médico, recogió sus cosas y se marchó a casa.
Al entrar estaba todo apagado, supuso que se habría ido a dormir de morros, pero al llegar a la sala se encontró con la mesa, está puesta con las velas y unas copas de vino sin llenar. Recostada en el sofá, con los ojos cerrados y las mejillas mojadas estaba ella, durmiendo tranquilamente entre hipidos. Odiaba hacerla llorar, por eso siempre había intentado que su trabajo no la lastimara tanto, pero se había mentido a si mismo. Un médico lastima a su familia y él todavía no la había hecho y ya estaba haciendo daño a la persona que más amaba.
Se quito la chaqueta, dejó el maletín en la silla y cogió a su mujer en brazos, ella tenía los puños cerrados y en su dedo anular descansaba el anillo que semanas atrás le había comprado. Quiso sonreír, pero no le llegó a la cara. La recostó en la cama, la tapó y le quito el anillo. Le dio un beso en la frente y se recostó a su lado.
Unas horas antes que ella se levantara decidió ir a la cocina, preparar un desayuno típico y esperar impaciente a que abriera los ojos, bostezara y se estirara. Se quedo quieto a su lado, esperando a que se despertara, al hacerlo saltó de la cama corriendo y le trajo la bandeja con el desayuno. Ella le miraba sorprendida, pero aceptó el desayuno. Mientras comía sus expresiones iban pasando al gusto al placer, por último frunció el ceño se llevó la mano a la boca y sacó el anillo. Se miró a la mano y luego lo miró a él.
- Kyra Envangeline, ¿te quieres casar conmigo?- dijo mientras se arrodillaba a su lado y le cogía de la mano y el anillo.
De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas, mientras asentía una y otra vez antes de lanzarse a sus brazos. Quizás la noche anterior no había sido la mejor de su vida, pero ese despertar sin ninguna duda se llevaba el lote de la felicidad. Él suspiro tranquilo, ahora todo estaba en orden.
A decir verdad el de Chocolate lo dejé bastante abierto, porque no quería que fuera muy claro, así que para cerrarlo de forma perfecta aquí les ofrezco la continuación y final.
El relato está centrado en San Valentín, como exige el reto.
Chocolate #2
Se marchó al hospital con una sensación amarga. Sabía que las cosas no habían salido como él quería. Estuvo casi dos semanas para reservar aquel restaurante, se pateó media ciudad buscando el anillo y dos semanas más ensayando todo lo que le iba a decir, pero claro a veces se olvidaba de que era médico y muchas veces no podía hacer planes. Suspiró frustrado y se subió al coche. Al menos esperaba que se diera cuenta del pesado anillo que le había dejado en el bolso. Quizás no se lo dio en persona, pero ella lo vería el día de San Valentín. ¿Qué podría ser más romántico que eso?
- Muchas cosas.- respondió su amigo cuando le contó lo ocurrido esa noche.- Deberías haber rechazado la urgencia, como has visto sólo fue una falsa alarma. Esa señora creo que está colada por ti y sólo quiere verte.
Una parte de su cerebro aceptaba lo que le decía su amigo, la otra se negaba a admitirlo. En cierto modo esa llamada le había salvado de hacer esa escena tan vergonzosa delante de tanta gente. Amaba a su novia, con toda su alma, pero tampoco quería exhibirse como si fuera un trozo de carne, por eso había cogido el teléfono y se había ido.
Después de hablar con su compañero comenzaba a sentir la culpa, no había obrado bien y sabía que ella estaría encolerizada, molesta y posiblemente le haría dormir en el sofá cuando llegara. Suspiró y tomo por una vez en su vida, la decisión correcta. Dejó todos sus pacientes a otro médico, recogió sus cosas y se marchó a casa.
Al entrar estaba todo apagado, supuso que se habría ido a dormir de morros, pero al llegar a la sala se encontró con la mesa, está puesta con las velas y unas copas de vino sin llenar. Recostada en el sofá, con los ojos cerrados y las mejillas mojadas estaba ella, durmiendo tranquilamente entre hipidos. Odiaba hacerla llorar, por eso siempre había intentado que su trabajo no la lastimara tanto, pero se había mentido a si mismo. Un médico lastima a su familia y él todavía no la había hecho y ya estaba haciendo daño a la persona que más amaba.
Se quito la chaqueta, dejó el maletín en la silla y cogió a su mujer en brazos, ella tenía los puños cerrados y en su dedo anular descansaba el anillo que semanas atrás le había comprado. Quiso sonreír, pero no le llegó a la cara. La recostó en la cama, la tapó y le quito el anillo. Le dio un beso en la frente y se recostó a su lado.
Unas horas antes que ella se levantara decidió ir a la cocina, preparar un desayuno típico y esperar impaciente a que abriera los ojos, bostezara y se estirara. Se quedo quieto a su lado, esperando a que se despertara, al hacerlo saltó de la cama corriendo y le trajo la bandeja con el desayuno. Ella le miraba sorprendida, pero aceptó el desayuno. Mientras comía sus expresiones iban pasando al gusto al placer, por último frunció el ceño se llevó la mano a la boca y sacó el anillo. Se miró a la mano y luego lo miró a él.
- Kyra Envangeline, ¿te quieres casar conmigo?- dijo mientras se arrodillaba a su lado y le cogía de la mano y el anillo.
De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas, mientras asentía una y otra vez antes de lanzarse a sus brazos. Quizás la noche anterior no había sido la mejor de su vida, pero ese despertar sin ninguna duda se llevaba el lote de la felicidad. Él suspiro tranquilo, ahora todo estaba en orden.
OMG! OMG! OMG! Morí. Ya me empezó a desagradar cuando comencé a leer, hombre sin coraje, pero ese final ¡oh, por dios! Me encantó, me encantó <333
ResponderEliminarGracias por tenerme en cuenta, la verdad, la historia y el final, que sea en el desayuno la propuesta, ha sido un lujo XD
¡Cuidate!
Bye!
Me alegro que te haya gustado el final. Creo que se merecía un final así, después de que la pobre lo pasa tan mal. :D
EliminarSi, es un hombre un poco cobarde, pero después se echa para delante.
Cuídate