¡Escogeme!: Cuatro
Cuatro:
Pasaban de las doce de la noche cuando logró salir de ese recinto con olor a alcohol y dejó a cientos de personas celebrando una despedida de soltera que él no sentía. A partir de el día siguiente sería un hombre casado con una mujer que no le amaba, que aún lloraba la muerte de su ex y que encima intentaba obligarse a quererle. Para nada podía estar feliz al celebrar algo así. Y eso que durante esos meses se había prometido intentar recibir a su prometida con los brazos abiertos, aceptar su amor y todo lo que ella le quisiera dar, pero se sentía tan falso...
Metió las manos en los bolsillos y caminó hasta llegar a un parque infantil, los faros estaban encendidos y la luz parpadeaba de forma constante, no muy lejos de ahí había una persona sentada en los columpios. Podía ver desde donde estaban que la persona suspiraba y movía los pies de forma distraída. No supo porque pero se acerco hasta ahí. Su sorpresa tiñó su rostro cuando encontró a Hinata, llevaba un traje de enfermera excesivamente corto y la piel maquillada algo corrida, su nariz estaba roja y se sujetaba al columpio como si su vida pendiera de ella. En ese instante su cuerpo tuvo dos reacciones: su miembros revivió dentro de sus ajustados pantalones incomodándolo, mientras su corazón sufrió un cortocircuito de amor.
Espero un rato quieto donde estaba hasta que ella levantó la cabeza y le miró, fue un momento de silencio incómodo para que luego ella sonriera tímida y se pasara las manos por los ojos rojos, se disculpó y bajó la cabeza apenada. Nuevamente su cuerpo actuó antes que su cerebro. Cuando se quiso dar cuenta la estaba abrazado, estrechándola sobre su pecho y dándole pequeños besos tiernos en la cabeza. Podía aguantar muchas cosas, pero ver a la persona que amaba sufrir no estaba dentro de sus posibilidades.
La iglesia estaba atestada de personas, todos vestían los mejores trajes de gala y una gran parte de los invitados susurraban cosas que al novio le molestaban. No estaba cómodo en aquel lugar, al igual que la novia tampoco. Ella se estaba arreglando en una habitación no muy lejos de la sala de ceremonia. Faltaba poco para que todo comenzara y al mismo tiempo acabara. Empezaba una nueva vida junto a la mujer que más amaba, pero que ella tenía el corazón en otro lugar. El día anterior entre lágrimas había confesado que no quería casarse, que quería salir huyendo y esconderse en una cueva hasta que el dolor se acabara. No quería casarse. Esas palabras le habían dolido mucho más de lo que había esperado. Sabía los sentimientos de su prometida, pero escucharlos era peor que cualquier otra cosa. Cerró los puños y pensó detenidamente en todo lo que pasaría si se quedaba ahí. Era consciente que la boda se debería hacer tanto si a ellos les gustaba como si no, pero tampoco debía ser tan pronto como sus padres habían exigido. Después de todo, esa boda no era para él, sino para su difunto hermano. Todo estaba decorado al gusto de su hermano pequeño, incluso habían hecho un vídeo con la historia de la pareja, claro que está que al final todo cambió y no había ningún detalle bonito o tierno. Sería una boda fría y sabía que para una mujer eso sería signo de desdicha eterna. Cerró los ojos durante unos segundos y tomo la decisión que cambiaría su vida...
Pasaban de las doce de la noche cuando logró salir de ese recinto con olor a alcohol y dejó a cientos de personas celebrando una despedida de soltera que él no sentía. A partir de el día siguiente sería un hombre casado con una mujer que no le amaba, que aún lloraba la muerte de su ex y que encima intentaba obligarse a quererle. Para nada podía estar feliz al celebrar algo así. Y eso que durante esos meses se había prometido intentar recibir a su prometida con los brazos abiertos, aceptar su amor y todo lo que ella le quisiera dar, pero se sentía tan falso...
Metió las manos en los bolsillos y caminó hasta llegar a un parque infantil, los faros estaban encendidos y la luz parpadeaba de forma constante, no muy lejos de ahí había una persona sentada en los columpios. Podía ver desde donde estaban que la persona suspiraba y movía los pies de forma distraída. No supo porque pero se acerco hasta ahí. Su sorpresa tiñó su rostro cuando encontró a Hinata, llevaba un traje de enfermera excesivamente corto y la piel maquillada algo corrida, su nariz estaba roja y se sujetaba al columpio como si su vida pendiera de ella. En ese instante su cuerpo tuvo dos reacciones: su miembros revivió dentro de sus ajustados pantalones incomodándolo, mientras su corazón sufrió un cortocircuito de amor.
Espero un rato quieto donde estaba hasta que ella levantó la cabeza y le miró, fue un momento de silencio incómodo para que luego ella sonriera tímida y se pasara las manos por los ojos rojos, se disculpó y bajó la cabeza apenada. Nuevamente su cuerpo actuó antes que su cerebro. Cuando se quiso dar cuenta la estaba abrazado, estrechándola sobre su pecho y dándole pequeños besos tiernos en la cabeza. Podía aguantar muchas cosas, pero ver a la persona que amaba sufrir no estaba dentro de sus posibilidades.
La iglesia estaba atestada de personas, todos vestían los mejores trajes de gala y una gran parte de los invitados susurraban cosas que al novio le molestaban. No estaba cómodo en aquel lugar, al igual que la novia tampoco. Ella se estaba arreglando en una habitación no muy lejos de la sala de ceremonia. Faltaba poco para que todo comenzara y al mismo tiempo acabara. Empezaba una nueva vida junto a la mujer que más amaba, pero que ella tenía el corazón en otro lugar. El día anterior entre lágrimas había confesado que no quería casarse, que quería salir huyendo y esconderse en una cueva hasta que el dolor se acabara. No quería casarse. Esas palabras le habían dolido mucho más de lo que había esperado. Sabía los sentimientos de su prometida, pero escucharlos era peor que cualquier otra cosa. Cerró los puños y pensó detenidamente en todo lo que pasaría si se quedaba ahí. Era consciente que la boda se debería hacer tanto si a ellos les gustaba como si no, pero tampoco debía ser tan pronto como sus padres habían exigido. Después de todo, esa boda no era para él, sino para su difunto hermano. Todo estaba decorado al gusto de su hermano pequeño, incluso habían hecho un vídeo con la historia de la pareja, claro que está que al final todo cambió y no había ningún detalle bonito o tierno. Sería una boda fría y sabía que para una mujer eso sería signo de desdicha eterna. Cerró los ojos durante unos segundos y tomo la decisión que cambiaría su vida...
Capítulo cinco |
Capítulo tres |
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