Día 49 y 50: Cosa de dos
¡Al fin el reto me sonríe!
No me lo creo, lo que me toca hoy es tan sensacional que tengo ganas de llorar y también pretendo hacerte sacar alguna lagrimita, aunque no sé si lo haré. Quizás te termine cayendo mal la protagonista, vete tú a saber...
Tengo que escribir un relato sobre una novia que tenga dudas y algo sobre una fiesta, que haya un revuelto y una mentira.
Supongo que sabes por donde irán mis tiros.
Ju Ju Ju...
Cosa de dos
Estaba en la habitación del hotel. Todos los invitados ya se encontraban en la sala de reuniones, esperando a que ella saliera, con su precioso vestido blanco y dijera las dos palabras que darían el comienzo al día más feliz de su vida. O al menos eso se suponía que debía ser, pero mientras sus damas de honores minutos antes le ayudaban a ponerse el vestido y la arreglaban, comenzó a sentir una extraña presión en la boca del estómago. Una de ellas comentó que eran nervios de novia, pero una parte de su cerebro sabía que eso no era verdad. No estaba nerviosa por pasar el resto de su vida con Mikael. Él era un hombre estupendo, pero aún así el nombre de otro sujeto era quien se le pasaba por la cabeza cuando pensaba en "un final feliz para siempre". Sabía que no podía seguir dándole vueltas a ese tema, después de todo era cosa del pasado. Adam es cosa del pasado. Se dijo mientras cogía el vuelo de su vestido y salía de la habitación. Fuera le estaba esperando su padre, éste le ofreció su brazo y en un silencio incómodo bajaron por el ascensor y llegaron a la sala donde los estaban esperando...
En las pruebas de los días anteriores aquel pasillo hasta el altar no le pareció tan largo, pero ese día parecía que la alfombra roja iba agregando más y más metros. Las piernas le comenzaban a temblar y el pie descalzo se le deslizaba por el zapato de tacón. Más de una vez creyó que se caería, pero seguía erguida, mirando a frente y observando como el rostro de Miakel se iba iluminando. Una tonta sonrisa se le dibujo en el rostro, pero fue llegar hasta su lado y ver a Adam que su sonrisa de felicidad se evaporó de su rostro. Su prometido le sujetó de la mano y al momento el juez comenzó con la ceremonia.
Las palabras eran bastante bonitas, profundas y muy puras, pero una voz en su cabeza le decía que ella no era merecedora de esos versos. Ella no era tan blanca como su prometido creía que era. No había sido infiel, pero tampoco le era fiel del todo, porque por las noches quien acudía a sus sueños era Adam, con su sonrisa malvada, sus manos grandes y sanadoras. El hombre que estaba delante de ella no era quien ocupaba su corazón y parte de ella lo sabía, pero aún así dejó que esa criatura le cogiera la mano y colocara la alianza alrededor del dedo. Después le tocó a ella, con manos temblorosas colocó el aro dorado sobre el dedo sudado de su pareja. En ese momento ambos se miraron a los ojos y en una silenciosa conversación comprendieron que esa ceremonia no podía continuar.
Él sonrió y se sacó el anillo, le cogió la mano y le depositó la alianza sobre la palma. Sin decir más, miró a Adam y salió de la sala con la cabeza alta, dejando a una novia desconcertada pero feliz y con las piernas temblorosas. De los ojos de la novia comenzaron a salir lágrimas, pero que tan sólo dos personas comprendían que no eran de tristeza, sino de felicidad. Su adorado y fiel amigo se había sacrificado por ella, ahora tendría una mancha más que llevar en su podrido corazón. Por eso, esa ceremonia no había sido para ella...
No me lo creo, lo que me toca hoy es tan sensacional que tengo ganas de llorar y también pretendo hacerte sacar alguna lagrimita, aunque no sé si lo haré. Quizás te termine cayendo mal la protagonista, vete tú a saber...
Tengo que escribir un relato sobre una novia que tenga dudas y algo sobre una fiesta, que haya un revuelto y una mentira.
Supongo que sabes por donde irán mis tiros.
Ju Ju Ju...
Cosa de dos
Estaba en la habitación del hotel. Todos los invitados ya se encontraban en la sala de reuniones, esperando a que ella saliera, con su precioso vestido blanco y dijera las dos palabras que darían el comienzo al día más feliz de su vida. O al menos eso se suponía que debía ser, pero mientras sus damas de honores minutos antes le ayudaban a ponerse el vestido y la arreglaban, comenzó a sentir una extraña presión en la boca del estómago. Una de ellas comentó que eran nervios de novia, pero una parte de su cerebro sabía que eso no era verdad. No estaba nerviosa por pasar el resto de su vida con Mikael. Él era un hombre estupendo, pero aún así el nombre de otro sujeto era quien se le pasaba por la cabeza cuando pensaba en "un final feliz para siempre". Sabía que no podía seguir dándole vueltas a ese tema, después de todo era cosa del pasado. Adam es cosa del pasado. Se dijo mientras cogía el vuelo de su vestido y salía de la habitación. Fuera le estaba esperando su padre, éste le ofreció su brazo y en un silencio incómodo bajaron por el ascensor y llegaron a la sala donde los estaban esperando...
En las pruebas de los días anteriores aquel pasillo hasta el altar no le pareció tan largo, pero ese día parecía que la alfombra roja iba agregando más y más metros. Las piernas le comenzaban a temblar y el pie descalzo se le deslizaba por el zapato de tacón. Más de una vez creyó que se caería, pero seguía erguida, mirando a frente y observando como el rostro de Miakel se iba iluminando. Una tonta sonrisa se le dibujo en el rostro, pero fue llegar hasta su lado y ver a Adam que su sonrisa de felicidad se evaporó de su rostro. Su prometido le sujetó de la mano y al momento el juez comenzó con la ceremonia.
Las palabras eran bastante bonitas, profundas y muy puras, pero una voz en su cabeza le decía que ella no era merecedora de esos versos. Ella no era tan blanca como su prometido creía que era. No había sido infiel, pero tampoco le era fiel del todo, porque por las noches quien acudía a sus sueños era Adam, con su sonrisa malvada, sus manos grandes y sanadoras. El hombre que estaba delante de ella no era quien ocupaba su corazón y parte de ella lo sabía, pero aún así dejó que esa criatura le cogiera la mano y colocara la alianza alrededor del dedo. Después le tocó a ella, con manos temblorosas colocó el aro dorado sobre el dedo sudado de su pareja. En ese momento ambos se miraron a los ojos y en una silenciosa conversación comprendieron que esa ceremonia no podía continuar.
Él sonrió y se sacó el anillo, le cogió la mano y le depositó la alianza sobre la palma. Sin decir más, miró a Adam y salió de la sala con la cabeza alta, dejando a una novia desconcertada pero feliz y con las piernas temblorosas. De los ojos de la novia comenzaron a salir lágrimas, pero que tan sólo dos personas comprendían que no eran de tristeza, sino de felicidad. Su adorado y fiel amigo se había sacrificado por ella, ahora tendría una mancha más que llevar en su podrido corazón. Por eso, esa ceremonia no había sido para ella...
Me ha dejado sin palabras, realmente, me ha gustado mucho, aunque sí, no sé qué decir al respecto. Lo adoré, aunque me ha dejado una sensación que no sabría cómo describir. Insisto, me encantó.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Bye!
¡Gracias! Si, es algo rarito. Tenía la idea muy clara, pero ya sabes como son los personajes... a veces deciden ellos por si solos. Me alegra que te haya encantado.
Eliminar¡Cuídate y un abrazo!
Es tan sub-realista... Que me he quedado fría. No digo que no me guste,pero eso no pasaría en la vida real. Y si pasase,es que el tío es gilipollas con ganas.
ResponderEliminarMás que gilipollas, diría que es bueno el pobrete. Un poco tonto, pero tampoco iba a quedarse ahí. La que es tonta es la chica, mira que es mi prota, pero... bueno.
Eliminar:D
Que? Siempre pido una historia detrás de estos relatos cortos, realmente me dejan con hambre de más, no odie a la protagonista, realmente me dio pena la pobre :(
ResponderEliminarUn saludo, a mi me ha encantado!♡
Oh, me alegra que te gusten. Pues entonces comenzaré a pensar para hacer segundas partes de los relatos. :D
EliminarMe alegra que te haya gustado, prometo saciar tu hambre.
¡Un saludo!