Día 4 Fanfiction: Sigo aquí
¡Hola!
Aquí estoy con el día 4 del reto del FanFiction, ya sé que me lo estoy tomando con calma, pero es que no quiero hacer cualquier bodrio así que... tendrás que tener paciencia y esperar a que vaya subiendo las historias pertinentes.
Hoy me toca escribir un One-Shot enlazado a una canción triste. He de confesar que tenía una canción pensada e incluso una historia, pero después es escuchar la que me ha inspirado... simplemente he decidido rechazarla absolutamente. Soy así de especial... bueno, sin más comenzaré.
La canción se llama Still Here de Digital Daggers, es una muy triste y depresiva, que precisamente es la idónea para éste reto ¿a que si?
El personaje que he elegido es Gracia Hughes de la serie Full Metal Alchemist. Te haré un breve resumen para que entiendas la cosa: Gracia está casada con Maes Hughes, un alquimista amoroso y tienen una preciosa niña. Es uno de los personajes que más quiero de esta serie, tanto que tengo un llavero de Maes. Entrando a spoiler de la serie diré que se muere y como lloré, así que más o menos con eso te puedes hacer una idea del ambiente tétrico de la historia.
Sigo aquí
Sentada en la mecedora, acunando a su hija oyó como la lluvia comenzaba a caer en la calle. El cielo había estado durante todo el día nublado, pero a ella poco le importaba, a decir verdad había olvidado realmente que era lo que importaba. Con su bebé en brazos pensaba en qué momento dejó de tener interés por las cosas amenas, cuando dejó de sonreír porque los pájaros cantaran o dejar de emocionarse cada vez que caía una tormenta. Nada tenía poder sobre ella, nada era lo suficiente importante para hacerla salir de su casa, de la habitación con su hija y del único recuerdo que le mantenía cerca de él...
Ella seguía ahí, pero él ya se había marchado, por eso no se movía. Aún esperaba que la puerta del cuarto se abriera y que Maes entrara con su habitual sonrisa, babeando por su hija y dándole sonoros besos en la mejilla, para luego estrecharle en su amplio pecho y contarle el maravilloso día que había tenido. Él era así, se alegraba de cosas tontas y lograba contagiar esa felicidad absurda a los demás, pero...se había marchado.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y éstas comenzaron a caer mojando la mantita rosa de su hija. Por primera vez se alegró de que lloviera, así nadie escucharía su llanto y su bebé dormiría tranquilo, sin saber que su madre había perdido la fuerza de seguir.
Los días pasaban lentos, como las gotas de agua caer en la ventana. Nada había cambiado, pero todo parecía diferente. El sol no brillaba como antes, las flores habían perdido su aroma y los pájaros no tenían voz para cantar. Todo parecía igual, pero no lo era. Bien lo sabía ella.
Dejó a la niña con sus padres y decidió ir a buscar aquello que había perdido. Debía recuperar su luz, su energía, debía encontrarlo y reunirse con él, no sabía como lo haría, pero estaba convencida de que lo lograría. No le importaba el tiempo que tardara, pero traería a Maes de vuelta. O eso se decía mientras caminaba por las calles oscuras, dejando que la lluvia la empapara y le terminara de borrar la poca cordura que le quedaba. Estaba perdida.
El calor había vuelto. Sentía una calidez en su pecho, oía un dulce canto de una voz ronca, queda y familiar. Era Maes, quería abrir los ojos, estrecharlo en sus brazos y alegrarse de que había vuelto. Al fin lo había logrado. Sonrió aún con los ojos cerrados, dejándose acunar por los brazos de su marido, escuchando su canto desafinado y típico. Él seguía ahí.
- Debes volver. - dijo Maes, pegando su barba a su oído, acariciandola de forma dulce sin dejar de pegarla a su pecho.- Elicia te necesita.
- Pero tu... - dijo ella con voz desesperada, aún pegada a él y sin lograr abrir los ojos.
- Siempre estaré aquí.- le pone la mano en el pecho, trasmitiéndole algo de calor.
Poco a poco sus sentidos se fueron adormeciendo, el calor que emanaba el cuerpo de Maes fue desaparecieron y cuando abrió los ojos se encontraba desmayada en el suelo de la calle. Nadie estaba a esas alturas de la noche en la ciudad. Nadie excepto ella.
Con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas dio media vuelta y volvió a su casa, se quitó la ropa mojada, se duchó con agua caliente y cuando sintió que volvía a ser ella salió. Llamó a sus padres para que le devolvieran a Elicia, al colgar el teléfono miró el marco de foto donde salían los tres, sonriendo, felices y juntos.
Él siempre estaría ahí.
Aquí estoy con el día 4 del reto del FanFiction, ya sé que me lo estoy tomando con calma, pero es que no quiero hacer cualquier bodrio así que... tendrás que tener paciencia y esperar a que vaya subiendo las historias pertinentes.
Hoy me toca escribir un One-Shot enlazado a una canción triste. He de confesar que tenía una canción pensada e incluso una historia, pero después es escuchar la que me ha inspirado... simplemente he decidido rechazarla absolutamente. Soy así de especial... bueno, sin más comenzaré.
El personaje que he elegido es Gracia Hughes de la serie Full Metal Alchemist. Te haré un breve resumen para que entiendas la cosa: Gracia está casada con Maes Hughes, un alquimista amoroso y tienen una preciosa niña. Es uno de los personajes que más quiero de esta serie, tanto que tengo un llavero de Maes. Entrando a spoiler de la serie diré que se muere y como lloré, así que más o menos con eso te puedes hacer una idea del ambiente tétrico de la historia.
Sigo aquí
Sentada en la mecedora, acunando a su hija oyó como la lluvia comenzaba a caer en la calle. El cielo había estado durante todo el día nublado, pero a ella poco le importaba, a decir verdad había olvidado realmente que era lo que importaba. Con su bebé en brazos pensaba en qué momento dejó de tener interés por las cosas amenas, cuando dejó de sonreír porque los pájaros cantaran o dejar de emocionarse cada vez que caía una tormenta. Nada tenía poder sobre ella, nada era lo suficiente importante para hacerla salir de su casa, de la habitación con su hija y del único recuerdo que le mantenía cerca de él...
Ella seguía ahí, pero él ya se había marchado, por eso no se movía. Aún esperaba que la puerta del cuarto se abriera y que Maes entrara con su habitual sonrisa, babeando por su hija y dándole sonoros besos en la mejilla, para luego estrecharle en su amplio pecho y contarle el maravilloso día que había tenido. Él era así, se alegraba de cosas tontas y lograba contagiar esa felicidad absurda a los demás, pero...se había marchado.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y éstas comenzaron a caer mojando la mantita rosa de su hija. Por primera vez se alegró de que lloviera, así nadie escucharía su llanto y su bebé dormiría tranquilo, sin saber que su madre había perdido la fuerza de seguir.
Los días pasaban lentos, como las gotas de agua caer en la ventana. Nada había cambiado, pero todo parecía diferente. El sol no brillaba como antes, las flores habían perdido su aroma y los pájaros no tenían voz para cantar. Todo parecía igual, pero no lo era. Bien lo sabía ella.
Dejó a la niña con sus padres y decidió ir a buscar aquello que había perdido. Debía recuperar su luz, su energía, debía encontrarlo y reunirse con él, no sabía como lo haría, pero estaba convencida de que lo lograría. No le importaba el tiempo que tardara, pero traería a Maes de vuelta. O eso se decía mientras caminaba por las calles oscuras, dejando que la lluvia la empapara y le terminara de borrar la poca cordura que le quedaba. Estaba perdida.
El calor había vuelto. Sentía una calidez en su pecho, oía un dulce canto de una voz ronca, queda y familiar. Era Maes, quería abrir los ojos, estrecharlo en sus brazos y alegrarse de que había vuelto. Al fin lo había logrado. Sonrió aún con los ojos cerrados, dejándose acunar por los brazos de su marido, escuchando su canto desafinado y típico. Él seguía ahí.
- Debes volver. - dijo Maes, pegando su barba a su oído, acariciandola de forma dulce sin dejar de pegarla a su pecho.- Elicia te necesita.
- Pero tu... - dijo ella con voz desesperada, aún pegada a él y sin lograr abrir los ojos.
- Siempre estaré aquí.- le pone la mano en el pecho, trasmitiéndole algo de calor.
Poco a poco sus sentidos se fueron adormeciendo, el calor que emanaba el cuerpo de Maes fue desaparecieron y cuando abrió los ojos se encontraba desmayada en el suelo de la calle. Nadie estaba a esas alturas de la noche en la ciudad. Nadie excepto ella.
Con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas dio media vuelta y volvió a su casa, se quitó la ropa mojada, se duchó con agua caliente y cuando sintió que volvía a ser ella salió. Llamó a sus padres para que le devolvieran a Elicia, al colgar el teléfono miró el marco de foto donde salían los tres, sonriendo, felices y juntos.
Él siempre estaría ahí.
¡OMG! ¡Mujer! Que entre la canción y el fanfic me has hecho sacar los pañuelos :,D Me ha encantado <3
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Me alegro que haya tenido ese efecto! Era exactamente lo que quería <3
EliminarIntentaré escribir más cosas así de sacar la lagrimita.
¡Un besote!