Gym para escritores: Speechless


Túturu~
Aunque ha paso lento intento ponerme al día con todos los retos que me he metido. Posiblemente con la cantidad de tiempo libre que tengo podría escribir más y en menos de dos días tendría todo al día, pero quiero ir a poco a poco... primeramente para no saturarme de escribir y después para dar tiempo a que leas que sino... al final la que tendrá cosas pendientes serás tu. Si es que en el fondo soy buena y todo...

Una vez más toca el reto de Gym para Escritores que ha creado Roxana. No es muy complicado de seguir así que... creo que cualquier persona se puede meter, además que ayuda mucho a la hora de mover las neuronas así que... ¡Únete! Pincha AQUÍ y te llevará a la página de ella donde te lo explica mucho mejor que yo.

Las reglas de ésta semana es inspirarnos en una canción y elegir el título de ésta como título del relato. La idea es coger una canción al azar de tu reproductor y escribir, además tiene que haber una moneda como algo emblemático.
En mi caso elegí la canción de Speechless de la película de Aladin. La traducción literal es "Hablar menos", aunque la traducción real es "No callaré". Dejaré en enlace de la canción AQUÍ.

Habiendo explicado un poco... ¡allá voy!

Speechless

Todo lo que valía era aquello: una pequeña y helada moneda de plata.
Sabía que al haber nacido en aquella familia mi futuro estaba escrito, no tenía opción a pedir más o incluso a quejarme. Mi boca debía estar cerrada, mis apariencia física siempre deseable y mi lugar siempre al lado de mi padre o mi hermano. En esa casa no era nada más que un simple objeto, que según el postor iba elevando su valor. Había días que costaba cien monedas de oro,  otros ocho cabezas de ganado y como mucho, un terreno en al lado del mar. En los quince años de vida que llevaba, mis postores jamás se habían dignado a hablar conmigo, a conocerme o a intentar entablar algún tipo de relación conmigo... todo era tratos con mi padre y hermano. Yo, ni siquiera figuraba en aquellas largas charlas del alcohol, cartas y humo. Creí que me había acostumbrado pero la verdad era que no...

Después de una semana entera de candidatos por mi mano, el domingo era el único día donde podría dejar de ser una estátua y un objeto para ser quien era de verdad. Una chica, con sueños, ilusiones e inquietudes. Salí de la casa, caminé por el jardín aún bañado en niebla y llegué hasta los establos. Los criados aún estaban alimentando a los animales, cepillando a los caballos y bebiendo tranquilamente sus cafés. Les saludé con una sonrisa amable y uno de ellos me ofreció un cepillo. Yo lo acepté y comencé a trabajar con mi corcel. Era un caballo grande, de un color negro brillante y pelo corto. Tenía demasiado carácter para todos, excepto para mi. Le saludé con la voz aún ronca y acaricié su pelaje para luego comenzar a peinar su crin. Éste refunfuñó entre incómodo y feliz. Comencé a hablarle sobre todos los pretendientes de esa semana a lo que el caballo y los criados iban riendo ante mis comentarios poco corteses y educados para una señorita como yo. No me importaba que ellos me escucharan hablar así, después de todo eran los únicos que realmente me conocían.
Al terminar de acicalar al caballo me subí a él y comencé a cabalgar hasta dejar la casa escondida entre los árboles y bajo la niebla. Sentía la brisa en mi rostro, como el animal jadeaba ante la carrera y como el ruido de sus pasos hacían eco por el sendero. No me importaba dejar atrás a la civilización, tampoco manchar mi bonito vestido blanco y mucho menos enredar mi largo cabello marrón. En ese instante simplemente era una chica más disfrutando de un agradable rato.

La niebla se había disipado por completo cuando me bajé del animal y lo acerqué a un lago. Los pájaros cantaban, el aire seguía soplando y el eco lejano de la iglesia dejaba claro que había pasado bastante tiempo cabalgando. Tenía que volver a mi casa, esconder mis ropas manchadas y bajar a comer fingiendo ser una señorita un poco más. A pesar de que ese día no había candidatos por mi mano, tendríamos posiblemente visita de algún familiar o amigo. Siempre era igual. Suspiré frustrada cuando las campanas volvieron a resonar, me volví a subir al corcel cuando a lo lejos vi como otra persona se iba acercando. No venía trotando y mucho menos caminando, su caballo corría tan rápido como podía y el jinete se levantaba para ayudar al animal. Pensé que me pasaría volando, pero al llegar a mi detuvo el caballo, miró para atrás y tras una sonrisa me dijo ¿Me acompañas? Antes de que pudiera contestarle éste cogió las riendas de mi caballo y comenzó a moverse conmigo detrás.
Al rato de estar galopando escuché como alguien nos seguía a la misma velocidad que nosotros, mientras gritaban ¡Señorito, Señorito! Con gran desespero y preocupación. Divertida le miré esperando una respuesta, pero éste tan sólo seguía mirando enfrente, aún con mis riendas cogidas y guiándome tras él.
Nos detuvimos cerca de mi casa, a pocos metros de los establos y bastante lejos de la civilización de mi hogar. Nos bajamos de los agotados animales y tiramos al suelo sudados, con el cabello más enredado que antes y con las manos a carne viva. Le miré y al verlo en el mismo estado que yo exploté a reír. Éste no tardo en acompañarme y mucho antes de que pudiera preguntarle su nombre sus perseguidores llegaron. Éste se levantó entre risas, se despidió de mi con un escueto beso en la mejilla y se marchó mientras era reprendido por sus raptores. Aún algo aturdida por la aventura me quedé tirada en el suelo hasta que una criada vino a por mi. No me reprendió y mucho menos me pidió explicaciones, tan sólo me ayudó a levantarme y a quitarme la ropa sucia mientras me empujaba para entrar a la casa por la parte de los criados. Todos me saludaron y aplaudieron mi nueva aventura. Aún guiada por la criada me metí en la bañera y dejé que me limpiara, después secara y por último me vistiera con un bonito vestido color vino. Me peinó el cabello, maquilló con gracia mi cara y por último me comentó que bajara. No tarde en llegar hasta el salón principal, donde se respiraba humo, se olía a tierra mojada y a barro, además que se oían risas divertidas. Al entrar mis ojos se quedaron helados en un joven, con el traje de montar lleno de tierra, barro, el cabello negro revuelto y las manos a carne viva. Éste me miró y me guiñó el ojo mientras decía en voz baja Si que te has cambiado rápido. No supe que estaba pasando, pero por primera vez en mi vida me sentí emocionada al estar en una reunión de esas de hombres, porque sabía que nunca más me iba a quedar callada. No con él como acompañante.

Comentarios

  1. Aunque mi tiempo libre es corto, me esfuerzo para estar activa en esto. Me encanta esa canción de Aladdin, Speechless.
    !!Que tierna historia!! Que manera tan peculiar para poder conectar con este chico, y ella, al fin poder disfrutar de esa compañía que la escuche y comprenda. !Me encanto, volé con ellos por esos parajes!
    !Abrazo!

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    1. Si, hay que ir poco a poco... porque si no, nos ahogamos.
      Me alegra que te haya gustado la historia, quería que fuera así... entre tierna y luchadora.
      Un besito

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  2. esta buenísimo, ya espero tener más tiempo para participar en el reto uu
    ¡Un abrazo!

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  3. ¡Qué genial te ha quedado! Me encantó el giro que tuvo, encontrando finalmente, alguien a su medida <3 que la hiciera sentir viva.
    Gracias por sumarte<3
    ¡Un abrazo!

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    1. ¡Muchas gracias!
      Sii, poco a poco me pongo al día con todos los retos.
      ¡Un besito!

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