La Editora: Capítulo 4
Túturu~
¿Cómo estás? Yo hoy vengo bastante animada, realmente tengo un montón de cosas que hacer y he decidido que ya es hora de hacerlo... después de todo que esté de baja no es excusa para detener mi mundo. ¿No?
En fin, vengo con el penúltimo capítulo de La Editora. Ya sabía yo que no sería muy largo, pero me ha gustado bastante escribirlo... dime ¿a ti qué te está pareciendo?
Ya aviso que el siguiente capítulo no es muy largo, así que posiblemente lo suba dentro de muy poco. No sé...
¡A leer!
Capitulo 1 - Capítulo 2- Capítulo 3
Capítulo 4:
Aunque amara la forma en cómo dormía, aunque admirara su dedicación en la cocina y aunque adoraba cada palabra de sus labios sabía que ese ángel no debía quedarse aquí.
Su presencia en mi vida había sido como un huracán, había arrastrado las paredes que me había autoimpuesto, había refrescado mi seco corazón y había iluminado mi oscura existencia. Le debía tanto que con mis manos no podría hacer nada. Odiaba aceptar aquello. Odiaba verme incapaz e inútil ante la persona que amaba, pero sólo no iba a lograr que aquel pajarillo volviera a volar... porque así era, aunque su luz iluminara mi existencia veía como a diario su luz se iba apagando. Sabía que no era el causante, pero sabía que podía ser el quien acabara con aquello.
No estaba acostumbrado a levantarme temprano, así que salir de la calidez y oscuridad de mi casa había sido peor que una tortura. Llovía lo suficiente como para fingir que no podría asistir a la reunión o incluso podría decir que había tenido un accidente. Cualquier excusa era posible en un día como aquel, pero simplemente no podía cancerlarlo. Y ahí estaba, en una cafetería repleta de desconocidos, bebiendo un café demasiado amargo y comiendo un croissant seco. Podría haber elegido una cafetería mejor, o incluso haberlo invitado a mi cueva, pero Lakhsmi había acampado en mi salón y no me podía permitir ninguna visita y mucho menos esa visita.
- ¡Perdón!- se excusa una voz que venía de atrás mío. Me giro perezoso para encontrarme con Ren. Tenía la ropa mojada, el pelo chorreando y un rostro que daba pena. Durante unos segundos me vi reflejado en él.
- Estás horrible.- fui sincero mientras le di la mano y él se sentaba junto a mi.
- Gracias.- contestó molesto pero sin evitar una sonrisa.- no lo estoy, realmente.
- Normal, tu pajarito se escapó ¿no?
Sin mostrar algún interés saqué mi paquete de cigarros y encendí uno. Educadamente le ofrecí uno a él, detalle que me había hecho memorizar a diario Lakhsmi. Mi yo pasado, no se habría detenido en aquello y mucho menos molestado, pero el de ahora era consciente incluso de los detalles más tontos. En cierto modo sentía que me había vuelto medio mujer. Intenté no reírme ante mi ocurrencia y miré a Ren que se secaba la cara con una servilleta.
No empezamos a hablar de lo importante hasta que no estuvo más relajado, seco y con el estómago lleno.
- ¿Cómo está... ?- me preguntó dubitativo mirando su taza de café casi vacía.
- ¿Te miento?- le devuelvo la pregunta a lo que el rió con amargura.
- Eres muy poco delicado Asher.- me regañó sin dejar de reírse.
- Sólo te soy sincero. ¿Tú que crees?- enarcó la ceja y me enciendo otro cigarro.- Está perdiendo las plumas, ¿Sabes? Es como... si se estuviera consumiendo.
- Eso no me ayuda...- dijo Ren llevándose las manos a la cabeza frustrado.
En cierto modo lo estaba castigando, era algo cruel pero sentía que debía hacerlo. Iba ayudarlo en vez de aprovecharme de aquella situación, podía permitirme regocijarme en su sufrimiento. Más bien, ambos me lo debían. Iba a meterme en un terreno que tan sólo practicaba en la ficción, era la persona menos indicaba para tratar temas amorosos pero ahí estaba, ayudando a un matrimonio que estaba apunto de irse a la mierda.
Suspiré y con un poco de simpatía le relaté como había estado los últimos meses, como me ayudaba en mi trabajo y como notaba a diario que lo echaba de menos.
- ¿Estás seguro? - preguntó incrédulo.- ¡Se marchó de casa! ¡Es imposible que lo haga! - cogió mi paquete de cigarros y se fumo uno.
- Se supone que lo habías dejado...- le recordé divertido.
- Vete a la mierda.- refunfuñó.
Quise no reírme, pero su reacción infantil pudo conmigo y exploté. No recordaba la última vez que había reído tanto, el estomago me dolía y sentía como la piel de la cara tiraba de mi. No fue hasta que el aire me comenzó a faltar que detuve aquel descontrol y miré a mi amigo.
Una de las tantas cosas que debía agradecerle a ese pajarillo era que había conseguido que tuviera un amigo. Uno quizás poco favorable para ella, pero algo positivo para mi.
Conocí a Ren poco después de la publicación de mi último libro. Se había enterado por mis editores anteriores que Lakhsmi era mi editora y que se había ido a vivir conmigo. Al principio pensó que era su amante, pero pronto comprendió que mis sentimientos era unicamente unilaterales y que ella, muy a su pesar le seguía amando. Casi entre lágrimas me pidió que le ayudara, al principio me negué pero pocos días después comencé a notar como ella se hundía más profundamente en la tristeza y acepté que debía hacer algo. Era obvio que ella no tenía intención de volver con Ren y necesitaba saber por qué.
Durante ese tiempo de acuerdos por teléfono y cartas por correo, deduje algunos motivos de la separación pero ninguno de ellos era lo suficiente para tener a una completa desconocida durmiendo en mi sofá, hasta que después de tres meses lo comprendí.
¿Cómo dos personas que se amaban tanto podían terminar por algo tan estúpido como aquello?
- Pídele perdón.- dije una vez más.
- ¡Lo hice!- contestó él terco.
- Mentiroso.
Una vez más dejé a Ren sólo en la cafetería, me oculte bajo mi paraguas y camine sin ánimo alguno hacia mi casa. Por primera vez en años no quería volver a mi hogar. Suspiré y me pasé a comprar algo de comida, estaba seguro que mi inquilina aún seguiría durmiendo y no habría preparado nada para desayunar.
- Buenos días, princesa.- le saludé cuando la vi sentada en el sofá aún adormilada.
- Buenos días.- contestó mientras bostezaba, se estiró y se arregló mi camisa para que no viera el comienzo de sus pechos.
- Oye...- me senté a su lado y mucho antes de que ella pudiera reaccionar la besé.
Me quedé unos segundos en silencio, comprobando como su expresión iba cambiando de una emoción a otra, hasta que al final sonrió con una increíble tristeza.
- Sabes que lo que hemos hecho... es mucho peor de lo que él te hizo.- le recordé.
- Lo sé...- aceptó con sumisión.
- Vete a casa.- le anime.
Sin más me levanté del sofá, le acaricié el cabello y me encerré en mi despacho. Tenía el argumento para mi nueva novela, pero sentía que el corazón se me rompía en mil pedazos. El amor era algo cruel, y mucho más cuando no era real.
¿Cómo estás? Yo hoy vengo bastante animada, realmente tengo un montón de cosas que hacer y he decidido que ya es hora de hacerlo... después de todo que esté de baja no es excusa para detener mi mundo. ¿No?
En fin, vengo con el penúltimo capítulo de La Editora. Ya sabía yo que no sería muy largo, pero me ha gustado bastante escribirlo... dime ¿a ti qué te está pareciendo?
Ya aviso que el siguiente capítulo no es muy largo, así que posiblemente lo suba dentro de muy poco. No sé...
¡A leer!
Capitulo 1 - Capítulo 2- Capítulo 3
Capítulo 4:
Aunque amara la forma en cómo dormía, aunque admirara su dedicación en la cocina y aunque adoraba cada palabra de sus labios sabía que ese ángel no debía quedarse aquí.
Su presencia en mi vida había sido como un huracán, había arrastrado las paredes que me había autoimpuesto, había refrescado mi seco corazón y había iluminado mi oscura existencia. Le debía tanto que con mis manos no podría hacer nada. Odiaba aceptar aquello. Odiaba verme incapaz e inútil ante la persona que amaba, pero sólo no iba a lograr que aquel pajarillo volviera a volar... porque así era, aunque su luz iluminara mi existencia veía como a diario su luz se iba apagando. Sabía que no era el causante, pero sabía que podía ser el quien acabara con aquello.
No estaba acostumbrado a levantarme temprano, así que salir de la calidez y oscuridad de mi casa había sido peor que una tortura. Llovía lo suficiente como para fingir que no podría asistir a la reunión o incluso podría decir que había tenido un accidente. Cualquier excusa era posible en un día como aquel, pero simplemente no podía cancerlarlo. Y ahí estaba, en una cafetería repleta de desconocidos, bebiendo un café demasiado amargo y comiendo un croissant seco. Podría haber elegido una cafetería mejor, o incluso haberlo invitado a mi cueva, pero Lakhsmi había acampado en mi salón y no me podía permitir ninguna visita y mucho menos esa visita.
- ¡Perdón!- se excusa una voz que venía de atrás mío. Me giro perezoso para encontrarme con Ren. Tenía la ropa mojada, el pelo chorreando y un rostro que daba pena. Durante unos segundos me vi reflejado en él.
- Estás horrible.- fui sincero mientras le di la mano y él se sentaba junto a mi.
- Gracias.- contestó molesto pero sin evitar una sonrisa.- no lo estoy, realmente.
- Normal, tu pajarito se escapó ¿no?
Sin mostrar algún interés saqué mi paquete de cigarros y encendí uno. Educadamente le ofrecí uno a él, detalle que me había hecho memorizar a diario Lakhsmi. Mi yo pasado, no se habría detenido en aquello y mucho menos molestado, pero el de ahora era consciente incluso de los detalles más tontos. En cierto modo sentía que me había vuelto medio mujer. Intenté no reírme ante mi ocurrencia y miré a Ren que se secaba la cara con una servilleta.
No empezamos a hablar de lo importante hasta que no estuvo más relajado, seco y con el estómago lleno.
- ¿Cómo está... ?- me preguntó dubitativo mirando su taza de café casi vacía.
- ¿Te miento?- le devuelvo la pregunta a lo que el rió con amargura.
- Eres muy poco delicado Asher.- me regañó sin dejar de reírse.
- Sólo te soy sincero. ¿Tú que crees?- enarcó la ceja y me enciendo otro cigarro.- Está perdiendo las plumas, ¿Sabes? Es como... si se estuviera consumiendo.
- Eso no me ayuda...- dijo Ren llevándose las manos a la cabeza frustrado.
En cierto modo lo estaba castigando, era algo cruel pero sentía que debía hacerlo. Iba ayudarlo en vez de aprovecharme de aquella situación, podía permitirme regocijarme en su sufrimiento. Más bien, ambos me lo debían. Iba a meterme en un terreno que tan sólo practicaba en la ficción, era la persona menos indicaba para tratar temas amorosos pero ahí estaba, ayudando a un matrimonio que estaba apunto de irse a la mierda.
Suspiré y con un poco de simpatía le relaté como había estado los últimos meses, como me ayudaba en mi trabajo y como notaba a diario que lo echaba de menos.
- ¿Estás seguro? - preguntó incrédulo.- ¡Se marchó de casa! ¡Es imposible que lo haga! - cogió mi paquete de cigarros y se fumo uno.
- Se supone que lo habías dejado...- le recordé divertido.
- Vete a la mierda.- refunfuñó.
Quise no reírme, pero su reacción infantil pudo conmigo y exploté. No recordaba la última vez que había reído tanto, el estomago me dolía y sentía como la piel de la cara tiraba de mi. No fue hasta que el aire me comenzó a faltar que detuve aquel descontrol y miré a mi amigo.
Una de las tantas cosas que debía agradecerle a ese pajarillo era que había conseguido que tuviera un amigo. Uno quizás poco favorable para ella, pero algo positivo para mi.
Conocí a Ren poco después de la publicación de mi último libro. Se había enterado por mis editores anteriores que Lakhsmi era mi editora y que se había ido a vivir conmigo. Al principio pensó que era su amante, pero pronto comprendió que mis sentimientos era unicamente unilaterales y que ella, muy a su pesar le seguía amando. Casi entre lágrimas me pidió que le ayudara, al principio me negué pero pocos días después comencé a notar como ella se hundía más profundamente en la tristeza y acepté que debía hacer algo. Era obvio que ella no tenía intención de volver con Ren y necesitaba saber por qué.
Durante ese tiempo de acuerdos por teléfono y cartas por correo, deduje algunos motivos de la separación pero ninguno de ellos era lo suficiente para tener a una completa desconocida durmiendo en mi sofá, hasta que después de tres meses lo comprendí.
¿Cómo dos personas que se amaban tanto podían terminar por algo tan estúpido como aquello?
- Pídele perdón.- dije una vez más.
- ¡Lo hice!- contestó él terco.
- Mentiroso.
Una vez más dejé a Ren sólo en la cafetería, me oculte bajo mi paraguas y camine sin ánimo alguno hacia mi casa. Por primera vez en años no quería volver a mi hogar. Suspiré y me pasé a comprar algo de comida, estaba seguro que mi inquilina aún seguiría durmiendo y no habría preparado nada para desayunar.
- Buenos días, princesa.- le saludé cuando la vi sentada en el sofá aún adormilada.
- Buenos días.- contestó mientras bostezaba, se estiró y se arregló mi camisa para que no viera el comienzo de sus pechos.
- Oye...- me senté a su lado y mucho antes de que ella pudiera reaccionar la besé.
Me quedé unos segundos en silencio, comprobando como su expresión iba cambiando de una emoción a otra, hasta que al final sonrió con una increíble tristeza.
- Sabes que lo que hemos hecho... es mucho peor de lo que él te hizo.- le recordé.
- Lo sé...- aceptó con sumisión.
- Vete a casa.- le anime.
Sin más me levanté del sofá, le acaricié el cabello y me encerré en mi despacho. Tenía el argumento para mi nueva novela, pero sentía que el corazón se me rompía en mil pedazos. El amor era algo cruel, y mucho más cuando no era real.
Bien planteado.
ResponderEliminarEs obvio que la editora se debería quedar con el escritor. Ya veremos que tenés preparado para los personajes.
Besos.
Jo Jo Jo ya verás el final. :D
Eliminar!Muy buen capitulo!
ResponderEliminarAsí es el amor, tan susceptible que comienza a deteriorarse por factores nimios e insignificantes. Menos mal que con el melodrama encontró argumento para su novela.
Abrazo
¡Gracias!
EliminarSi el amor es algo raro... pero bueno, es lo bonito de ello.
Un abrazo
¡Hola! Se me ha estrujado el corazón. Mira que ahora debe quedarse con él >.< aunque no imagino qué pelea puede haber sido tan tonta como para que cause una cosa tan grande owo
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Oh! No sufras, no es para sentirse mal esta historia... vamos. Esa es la idea.
EliminarUn besin