La Editora: Capítulo 1
Túturu~
Me disculpo por el nivel de parvulario de mi edit de la foto. He de decir que jamás he sido muy buena con el fotoshop y esas cosas... así que no te me ofendas. Estoy en proceso de aprendizaje.
Tengo una lista enorme de historia por hacer, pero ésta me ha tocado en el fondo del corazón diciéndome "¡Escríbeme, escríbeme!" Y yo soy una sirvienta de la musa... así que he caído cual tonta.
Espero que te gusté tanto como me gusta a mi pensarlo e idear todo.
¡Sin más!
¡Lee!
Capítulo 2 - Capítulo 3 - Capítulo 4
LA EDITORA
Capítulo 1:
Hacía tiempo que había dejado de luchar contra la marea.
La familia, los amigos e incluso los desconocidos decidían por mi, era como una especie de marioneta que había perdido las ganas de vivir y tan sólo trasmitía por su boca las palabras que otros decían. Era un estilo de vida bastante vacío y miserable, pero me mantenía a flote, hasta que llegó un momento que no me bastó y decidí dejar de nadar. Ya no oía las palabras de los sabios, ya no respetaba la ética de la sociedad y mucho menos hablemos de la moral. Eso ya era algo que no entraba en mi repertorio.
De pasar a ser un hombre adorado pasé a ser el repudiado. Ya no tenía el buzón lleno de cartas, mi teléfono había dejado de sonar y mi coche hacía meses que no salía del garaje. Todo el dinero que ganaba lo tenía guardado, esperando el momento en poder usarlo, pero si he de ser honesto ese momento nunca llegaba, por lo que dejé que me importara que me llamaran “Antisocial” o “Borde”. Incluso llegué a escuchar que era “Una causa perdida”. Para una persona sin motivación ni algo que cuidar esa palabra podía suponer bien poco, pero para mi era lo peor. Era bajar de lo más alto a lo más bajo.
Hacia tiempo que perdí la emoción de vivir o incluso de escribir...
El reloj marcaba las diez de la noche, aunque para mi tanto era como si fueran las doce o la una. Gruñí mientras apretaba con fuerza el cigarro de mis labios y terminé de escribir las últimas líneas antes de guardar el documento. Al hacerlo solté todo el aire que había estado guardando durante varias horas para al fin tomarme un descanso. Me levanté de la silla y sentí como todas mis articulaciones crujieron. Me reí ante mi propio deterioro. A pesar de que siempre había sido un hombre de buen cuerpo, en los últimos años había comenzado a creer que la edad me estaba volviendo uno de esos ancianos que les cuesta chupar una pajita. Ante aquel pensamiento corrí a meterme en el cuarto de baño y miré mi cuerpo con ojo crítico. No estaba tan mal, un poco más delgado y pálido pero no podía esperar otra cosa. La cocina de mi apartamento estaba por decoración, nunca se me había dado especialmente bien la cocina y no era de las personas que después de trabajar se iba a poner a ello. Encendí el agua y esperé a que el vapor calentara el baño antes de quitarme los calzoncillos y meterme en la bañera.
Mientras el agua caía pensé en qué Editor vendría ese día a recoger el manuscrito. En los últimos seis meses se habían pasado unos ocho y ninguno de ellos duraba una semana. Al principio pensé que eran novatos, pero al cabo de los días descubrí que no se quedaban porque no me toleraban. Podía comprenderlo, soy un tipo con un carácter difícil. Sonreí y comencé a hacer hipótesis de quién sería la siguiente victima.
Estaba fumando con la ventana abierta, el aire entraba y se oía el murmullo de la noche desde mi cómodo sofá. Miré el reloj y cuando éste marco las cuatro de la mañana el timbre sonó. Me levanté y abrí la puerta para luego volver al sofá y descubrir a mi nuevo editor.
De todas las personas que podían haber enviado tuvieron que mandarla a ella.
- ¡Encantada de conocerle! - dijo animadamente mientras entraba con un bolso grande y con un abrigo de color verde fosforito. Tenía las mejillas y la punta de la nariz roja, cuando me tendió la mano ésta estaba tan helada como el hielo del café que me tome.- No esperaba que estuviera despierto...- siguió hablando mientras se sacaba los kilos de ropa que llevaba encima.
No dije nada mientras ella seguía hablando y desvistiéndose. Para cuando terminó de presentarse pude verla con tranquilidad. Era una mujer joven, no debía llegar a los treinta, con el cabello escalado debajo de las orejas que le daba una expresión aniñada, dos orbes de un profundo color azul y una sonrisa tan pura que me sentí sucio al contemplarla. Bajé la cabeza avergonzado con la excusa de apagar el cigarrillo y encender otro.
- Ya me dijeron que fumaba mucho...- no fui consciente cuando se acercó a mi y me quitó el cigarro de los labios y sonrió.- Vamos a empezar la vida sana. ¿vale? - se alejó de mi y tiró el cigarro en la papelera.
Me disculpo por el nivel de parvulario de mi edit de la foto. He de decir que jamás he sido muy buena con el fotoshop y esas cosas... así que no te me ofendas. Estoy en proceso de aprendizaje.
Tengo una lista enorme de historia por hacer, pero ésta me ha tocado en el fondo del corazón diciéndome "¡Escríbeme, escríbeme!" Y yo soy una sirvienta de la musa... así que he caído cual tonta.
Espero que te gusté tanto como me gusta a mi pensarlo e idear todo.
¡Sin más!
¡Lee!
Capítulo 2 - Capítulo 3 - Capítulo 4
LA EDITORA
Capítulo 1:
Hacía tiempo que había dejado de luchar contra la marea.
La familia, los amigos e incluso los desconocidos decidían por mi, era como una especie de marioneta que había perdido las ganas de vivir y tan sólo trasmitía por su boca las palabras que otros decían. Era un estilo de vida bastante vacío y miserable, pero me mantenía a flote, hasta que llegó un momento que no me bastó y decidí dejar de nadar. Ya no oía las palabras de los sabios, ya no respetaba la ética de la sociedad y mucho menos hablemos de la moral. Eso ya era algo que no entraba en mi repertorio.
De pasar a ser un hombre adorado pasé a ser el repudiado. Ya no tenía el buzón lleno de cartas, mi teléfono había dejado de sonar y mi coche hacía meses que no salía del garaje. Todo el dinero que ganaba lo tenía guardado, esperando el momento en poder usarlo, pero si he de ser honesto ese momento nunca llegaba, por lo que dejé que me importara que me llamaran “Antisocial” o “Borde”. Incluso llegué a escuchar que era “Una causa perdida”. Para una persona sin motivación ni algo que cuidar esa palabra podía suponer bien poco, pero para mi era lo peor. Era bajar de lo más alto a lo más bajo.
Hacia tiempo que perdí la emoción de vivir o incluso de escribir...
El reloj marcaba las diez de la noche, aunque para mi tanto era como si fueran las doce o la una. Gruñí mientras apretaba con fuerza el cigarro de mis labios y terminé de escribir las últimas líneas antes de guardar el documento. Al hacerlo solté todo el aire que había estado guardando durante varias horas para al fin tomarme un descanso. Me levanté de la silla y sentí como todas mis articulaciones crujieron. Me reí ante mi propio deterioro. A pesar de que siempre había sido un hombre de buen cuerpo, en los últimos años había comenzado a creer que la edad me estaba volviendo uno de esos ancianos que les cuesta chupar una pajita. Ante aquel pensamiento corrí a meterme en el cuarto de baño y miré mi cuerpo con ojo crítico. No estaba tan mal, un poco más delgado y pálido pero no podía esperar otra cosa. La cocina de mi apartamento estaba por decoración, nunca se me había dado especialmente bien la cocina y no era de las personas que después de trabajar se iba a poner a ello. Encendí el agua y esperé a que el vapor calentara el baño antes de quitarme los calzoncillos y meterme en la bañera.
Mientras el agua caía pensé en qué Editor vendría ese día a recoger el manuscrito. En los últimos seis meses se habían pasado unos ocho y ninguno de ellos duraba una semana. Al principio pensé que eran novatos, pero al cabo de los días descubrí que no se quedaban porque no me toleraban. Podía comprenderlo, soy un tipo con un carácter difícil. Sonreí y comencé a hacer hipótesis de quién sería la siguiente victima.
Estaba fumando con la ventana abierta, el aire entraba y se oía el murmullo de la noche desde mi cómodo sofá. Miré el reloj y cuando éste marco las cuatro de la mañana el timbre sonó. Me levanté y abrí la puerta para luego volver al sofá y descubrir a mi nuevo editor.
De todas las personas que podían haber enviado tuvieron que mandarla a ella.
- ¡Encantada de conocerle! - dijo animadamente mientras entraba con un bolso grande y con un abrigo de color verde fosforito. Tenía las mejillas y la punta de la nariz roja, cuando me tendió la mano ésta estaba tan helada como el hielo del café que me tome.- No esperaba que estuviera despierto...- siguió hablando mientras se sacaba los kilos de ropa que llevaba encima.
No dije nada mientras ella seguía hablando y desvistiéndose. Para cuando terminó de presentarse pude verla con tranquilidad. Era una mujer joven, no debía llegar a los treinta, con el cabello escalado debajo de las orejas que le daba una expresión aniñada, dos orbes de un profundo color azul y una sonrisa tan pura que me sentí sucio al contemplarla. Bajé la cabeza avergonzado con la excusa de apagar el cigarrillo y encender otro.
- Ya me dijeron que fumaba mucho...- no fui consciente cuando se acercó a mi y me quitó el cigarro de los labios y sonrió.- Vamos a empezar la vida sana. ¿vale? - se alejó de mi y tiró el cigarro en la papelera.
En menos de dos horas tenía la casa más o menos ordenada, un plato de sopa caliente y una amable y tranquila conversación sobre el tiempo. Cuando ambos nos acabamos la sopa y el café cogió el manuscrito de mi mesa y comenzó a leer con determinación. En un momento sacó un bolígrafo rojo y comenzó a tachar cosas en el papel. Quería mirar, pero ella me enviaba una mirada endemoniada cada vez que lo intentaba, así que terminé optando por esperar a que me diera permiso.
- Aquí tiene.- me tendió el manuscrito y tuve miedo en mirarlo.- ¿Para cuándo crees que lo tendrás corregido?- preguntó y guardó sus chismes en su enorme bolso.
- Eh... - titubee un poco y di una ojeada rápida a los folios.- No sé... ¿un día?
Ella sonrió y recogió los platos, los fregó y después de ver la casa en orden se marchó con la promesa de que volvería mañana a la misma hora. Pero... ¿Quién coño era esa mujer?
Casi sin darme cuenta noté como las olas del mar me empujaban para volver a moverme con la multitud. Quise realmente negarme, pero aquella sonrisa y aquel desparpajo pudo conmigo... ¿Quién coño era esa mujer?¿Y cómo se llamaba?
- Aquí tiene.- me tendió el manuscrito y tuve miedo en mirarlo.- ¿Para cuándo crees que lo tendrás corregido?- preguntó y guardó sus chismes en su enorme bolso.
- Eh... - titubee un poco y di una ojeada rápida a los folios.- No sé... ¿un día?
Ella sonrió y recogió los platos, los fregó y después de ver la casa en orden se marchó con la promesa de que volvería mañana a la misma hora. Pero... ¿Quién coño era esa mujer?
Casi sin darme cuenta noté como las olas del mar me empujaban para volver a moverme con la multitud. Quise realmente negarme, pero aquella sonrisa y aquel desparpajo pudo conmigo... ¿Quién coño era esa mujer?¿Y cómo se llamaba?
Continuará...
¡Hola!
ResponderEliminarEsa histori, ese comienzo y por sobre todo, la imagen me ha dado a pensar que es una Jonjou romantica pero heterosexual XDDDD me gusta el hombre, a ver cómo se las arregla con la editora.
¡Un abrazo!
Soy culpable... me estoy volviendo a ver Junjou. Cuando vi esa imagen supe... que debía ser esa. Seguro que te enamorarás del escritor xD.
EliminarUn abrazo
Y a lo mejor la editora es la influencia que el prtagonista necesitaba. Ynahora a esperar que te inspirará tu musa.
ResponderEliminarBesos.
Posiblemente, es el impulso que necesite... vete tú a saber.
EliminarUn besote
La foto para mi ver, te quedó genial.
ResponderEliminarMuy buen primer capitulo. Me gusta ese suspenso, quién será esa mujer?
Abrazo!
Gracias, me alegra que pienses eso... xD
EliminarQuién será será...
Otro para ti guapa
bueno es entretenida y da ganas de seguirla, podria decir que te pone en pellejo del escritor y los altibajos/soledad pasados :3
ResponderEliminar¡Gracias! :D
EliminarEsta muy genial, ya pronto leeré el próximo.
ResponderEliminar¡Un fuerte abrazo y felices fiestas !