La Editora: Capítulo 3

Túturu~

¿Cómo estás? Espero que no hayas comido demasiado éstos días, yo personalmente no he comido mucho. Aunque últimamente como bastante poco, quizás se deba al dolor de espalda o que la cocina y yo no nos llevamos muy bien. Desde luego necesito un Sebastían en mi vida para que me cuide y me mime..
Vengo con el siguiente capítulo, creo que no será mucho más largo porque la historia no da para más, pero espero que disfrutes tanto como yo escribiéndolo.

Capítulo 1 -  Capítulo 2 - Capítulo 4

Capítulo 3:

Sus manos temblorosas se colocaron sobre mi pecho, pero no me apartó, tampoco me contestó el beso, tan sólo... se quedó ahí. Quieta, estática, sintiendo como el calor de mis labios calentaban los suyos. No sé si fue por los nervios o la sorpresa, pero me separé lo más lento que pude, sin alejarme lo suficiente para dejar de sentir sus manos sobre mi pecho. Bajé la vista y la vi, sonriendo con las mejillas enrojecidas y dejando caer más lágrimas que las anteriores.
Después de aquella escena tan sólo fingimos que trabajábamos, ella ojeaba las páginas de lo que había escrito, yo hacía que leía un libro. Más de una vez nuestras miradas se cruzaban y reíamos para después seguir con nuestro falso trabajo. Así estuvimos hasta que su móvil rompió el silencio que había entre nosotros. Me miró avergonzada y lo cogió, miró el llamante y lo volvió a dejar en su bolso. El aparato seguía sonando una y otra vez. Quería obligarle a atenderlo, pero en su rostro comprendí que hacerlo solo empeoraría las cosas. Esa noche, o día o mañana. No sé en qué momento nos encontrábamos. Se quedó conmigo.


Odiaba las aglomeraciones de personas. Más bien odiaba a las personas. Cualquier ser que respirara o hablara, me parecía repulsivo. Todos obviamente menos ella. Lakhsmi sonreía a todo el mundo, daba la mano y parecía moverse entre la multitud como un pez en el océano. Me maravillaba verla, era como una bailarina en su escenario. Cautivaba con aquella presencia y su sonrisa, brillante y expresiva hacía que cualquier ser sonriera. Incluso yo, un hombre amargado y solitario.

- ¡Asher! - me llamó con ilusión mientras me ofrecía la mano para presentarme a alguien, que posiblemente olvidaría al alejarme de él.

Así estuve con ella, cogido a su mano hasta el fin de la presentación de un libro. A pesar de mis continuos comentarios, malas caras e incluso insultos silenciosos ella se mantuvo serena, divertida y sobretodo profesional. Ese lado de ella infantil pero adulto me atraía como la miel a las abejas, pero sabía que ella no era para mi.
Al terminar la fiesta salimos del hotel, cogidos de la mano, pero obviamente era yo quien estaba siendo arrastrado por ella. Justo antes de bajar las escaleras ella gritó. No fue uno escandaloso, más bien ahogado y asustado. Levanté la mirada del suelo y lo vi. Aquel sujeto había sido el causante de días largos de sufrimiento para mi pequeño ángel, era obvio que debía ser un problema de amor, pero una parte de mi quería creer que era otro asunto. Pero ahí estaba él, la realidad me golpeaba fría y cruel. Durante unos segundos intenté compararme, pero me rendí al momento de bajar las escaleras arrastrando por vez primera a Lakhsmi y ver la expresión del hombre.

- Vuelve a casa, por favor.- suplicó él.

Quise marcharme, alejarme y dejarle un momento de intimidad, pero su mano fría y temblorosa sujetaba la mía con fuerza. Pidiéndome en silencio que no la soltara. Podría haberme enviado alguna mirada de superioridad al desdichado pero simplemente esperé a que nuevamente ella tirara de mi para meternos en mi coche y partir.

Una vez más, Lakhsmi se quedó durmiendo en mi sofá. Ya había perdido la cuenta de los días que ésto pasaba, pero honestamente no me importaba. Ese pequeño y desdichado ángel iluminaba mi vulgar y oscura vida. ¿Por qué no aprovecharme un poco más de su desdicha?