52 Retos (2019): Mi novio fantasma
Túturu~
He decidido comenzar el 52 retos del año, así que espero poder cumplirlo a raja tabla, ya sabes que a veces me emociono un poco y uno dos puntos o algo así, pero como es el primero del año... ¡lo haré bien!
La constancia del del día uno es " escribe un relato sobre el propósito de año nuevo de tu personaje". Y he empezado a escribir una historia...
Pensé en seguir la de Espacio, pero creo que lo dejaré así porque no sale más... en fin, espero que te guste ésta nueva aventura.
¡Allá voy!
Mi novio fantasma
Capítulo uno:
Cada año era igual: cena con la familia, varias botellas de vino vacías y unos doce minutos largos de silencio entre risas. Después, con la solemnidad de un soldado cada uno se iba a un rincón y escribía un pequeño deseo en un trozo de papel, después éste iba directo a la llama de una vela. Nuevamente en silencio y con los ojos cerrados se esperaba que el papel se consumiera por el fuego dando así terminada una de las noches más especiales del año...
Mi papel pronto se consumió, tan sólo quedaban los restos casi invisibles dentro de la llamita. Soplé y los restos de mi deseo se fueron con la brisa de mi aire. Con calma y sin prisa guardé la vela hasta el próximo año deseando que el siguiente pudiera pedir un deseo diferente. Entre sonrisas y cálidos abrazos me despedí de todos mis familiares y abandoné la casa.
Las calles estaban repletas de gente con gruesos abrigos, todos reían y algunos tenían en las manos botellas y vasos de cava. Saludé a unos conocidos y pasé de largo hasta llegar a la parada de autobús. Si todo iba como lo previsto ésa sería la última noche que debía subirme a uno de los vehículos del estado. Más bien, debía ser así, realmente no creía en la tradición familiar de la vela, pero cada año lo hacía y tristemente cada año me decepcionaba. De pequeña solía desear cosas muy imposibles como que mi gato reviviera o que el Príncipe Eric de la Sirenita fuera real. Incluso un año llegué a pedir que nunca más lloviera con truenos. Cosas que para una cría de cinco o diez años eran importantes, cuando llegué a la adolescencia comencé a desear cosas más típicas de esa edad: ser popular, aprobar los exámenes o encontrar algún novio. Y cuando terminé esa etapa de efervescencia hormonal y fui más consciente que las cosas imposibles eran así por un motivo, deseé cosas más normales; encontrar un buen trabajo, no tener que devolver dinero a hacienda o que el coche no se muriera antes de tiempo. Y ese año a mis treinta años deseé tan sólo una cosa: un coche nuevo. No necesitaba nada más en mi vida, tenía todo lo que quería y lo que podría desear, así que lo único que realmente me hacía falta era un auto. El último había fallecido lo suficientemente pronto para resignarme a encontrar uno nuevo y decidí ahorrar como las personas normales y comprarme uno a comienzos de año. Por eso, con la felicidad del quien ha encontrado un tesoro me subí al bus nocturno sabiendo que sería la última vez que me pasaría eso.
He decidido comenzar el 52 retos del año, así que espero poder cumplirlo a raja tabla, ya sabes que a veces me emociono un poco y uno dos puntos o algo así, pero como es el primero del año... ¡lo haré bien!
La constancia del del día uno es " escribe un relato sobre el propósito de año nuevo de tu personaje". Y he empezado a escribir una historia...
Pensé en seguir la de Espacio, pero creo que lo dejaré así porque no sale más... en fin, espero que te guste ésta nueva aventura.
¡Allá voy!
Mi novio fantasma
Capítulo uno:
Cada año era igual: cena con la familia, varias botellas de vino vacías y unos doce minutos largos de silencio entre risas. Después, con la solemnidad de un soldado cada uno se iba a un rincón y escribía un pequeño deseo en un trozo de papel, después éste iba directo a la llama de una vela. Nuevamente en silencio y con los ojos cerrados se esperaba que el papel se consumiera por el fuego dando así terminada una de las noches más especiales del año...
Mi papel pronto se consumió, tan sólo quedaban los restos casi invisibles dentro de la llamita. Soplé y los restos de mi deseo se fueron con la brisa de mi aire. Con calma y sin prisa guardé la vela hasta el próximo año deseando que el siguiente pudiera pedir un deseo diferente. Entre sonrisas y cálidos abrazos me despedí de todos mis familiares y abandoné la casa.
Las calles estaban repletas de gente con gruesos abrigos, todos reían y algunos tenían en las manos botellas y vasos de cava. Saludé a unos conocidos y pasé de largo hasta llegar a la parada de autobús. Si todo iba como lo previsto ésa sería la última noche que debía subirme a uno de los vehículos del estado. Más bien, debía ser así, realmente no creía en la tradición familiar de la vela, pero cada año lo hacía y tristemente cada año me decepcionaba. De pequeña solía desear cosas muy imposibles como que mi gato reviviera o que el Príncipe Eric de la Sirenita fuera real. Incluso un año llegué a pedir que nunca más lloviera con truenos. Cosas que para una cría de cinco o diez años eran importantes, cuando llegué a la adolescencia comencé a desear cosas más típicas de esa edad: ser popular, aprobar los exámenes o encontrar algún novio. Y cuando terminé esa etapa de efervescencia hormonal y fui más consciente que las cosas imposibles eran así por un motivo, deseé cosas más normales; encontrar un buen trabajo, no tener que devolver dinero a hacienda o que el coche no se muriera antes de tiempo. Y ese año a mis treinta años deseé tan sólo una cosa: un coche nuevo. No necesitaba nada más en mi vida, tenía todo lo que quería y lo que podría desear, así que lo único que realmente me hacía falta era un auto. El último había fallecido lo suficientemente pronto para resignarme a encontrar uno nuevo y decidí ahorrar como las personas normales y comprarme uno a comienzos de año. Por eso, con la felicidad del quien ha encontrado un tesoro me subí al bus nocturno sabiendo que sería la última vez que me pasaría eso.
A pesar de que los del tiempo avisaron que las temperaturas iban a subir, las calles seguían cubiertas de nieve, los árboles desnudos y el cielo ocupado por nubes negras. Aquella atmósfera podría haberme avisado de que mi día no iba a ser positivo, pero me negaba a creer que me pasaría un año más compartiendo mi oxígeno con gente en el bus. Apreté el paso hasta llegar a la concesionaria de coches, entré y cuando comencé a notar el calor me quité la chaqueta y juré que no saldría de ahí hasta obtener el mejor coche jamás visto. O al menos uno lo suficiente bonito y barato para que mi espíritu catalán no se sintiera afectado.
Enseguida que comencé a ojear algún coche, un hombre con traje y ojos inquietos se acercó a mi ofreciéndome su ayuda y consejo. A decir verdad no quería ayuda de nadie, más que nada porque sentía que si alguien se acercaba a mi terminaría siendo influenciada por ellos y dejaría de elegir lo que a mi realmente me gustaba. Sonreí nerviosa y con pocas ganas le dije lo que buscaba, deseando que notara que era muy exquisita y que ahí no encontraría nada. Para mi desgracia me llevó al interior de la nave y me mostró unos cuantos coches con unos precios accesibles y bastante bonitos. Dejé que me hablara de cada uno de ellos mientras subía y probaba los asientos, además de comprobar si tenía los requisitos mínimos que a mi me interesaban. Maldita sea, son perfectos. Pensé al terminar de verlos y probarlos todos.
- ¿Y bien?¿Qué le han parecido?- preguntó con una amplia sonrisa y abriendo los ojos grande. Por un momento pensé que me quería comer.
- Son estupendos. - contesté apresuradamente alejándome de él y fingiendo ver los coches. - Quiero verlos un poco más. ¿de acuerdo?
- ¡Por supuesto! Si necesita algo llámame. - dijo cogiéndose las manos y observando como me alejaba de él.
Entrar a las tiendas era como empezar un juego de supervivencia. Los empleados eran hienas hambrientas esperando el momento adecuado para atacar a su presa y yo por desgracia era la más débil de todas. No me consideraba lo suficiente fuerte como para rechazar algo de esas personas.
Escondida estuve un largo rato mientras decidía que coche escoger. Todos eran de cinco puertas, no muy grandes y de colores alegres, cómodos y con gps integrado. Algo que agradecía de todo corazón, después de todo carecía de sentido de la orientación y aquello siempre era un aliciente a la hora de elegir un vehículo. Estuve a punto de salir de mi guarida y elegir un Seat Ibiza color rojo cuando encontré mi coche deseado. Curiosa me acerqué y lo miré pasando la mano por el capó. Era un citroen de color verde, con cinco puertas y gran maletero. No había ningún cartel dónde pusieran sus características y tampoco tenía señales de haber sido muy usado. Curiosa abrí la puerta deseando notar aquello que me diría que “ese” era mi vehículo, pero al sentarme en el asiento y girar la cabeza no noté nada, tan sólo lo vi a él...
Enseguida que comencé a ojear algún coche, un hombre con traje y ojos inquietos se acercó a mi ofreciéndome su ayuda y consejo. A decir verdad no quería ayuda de nadie, más que nada porque sentía que si alguien se acercaba a mi terminaría siendo influenciada por ellos y dejaría de elegir lo que a mi realmente me gustaba. Sonreí nerviosa y con pocas ganas le dije lo que buscaba, deseando que notara que era muy exquisita y que ahí no encontraría nada. Para mi desgracia me llevó al interior de la nave y me mostró unos cuantos coches con unos precios accesibles y bastante bonitos. Dejé que me hablara de cada uno de ellos mientras subía y probaba los asientos, además de comprobar si tenía los requisitos mínimos que a mi me interesaban. Maldita sea, son perfectos. Pensé al terminar de verlos y probarlos todos.
- ¿Y bien?¿Qué le han parecido?- preguntó con una amplia sonrisa y abriendo los ojos grande. Por un momento pensé que me quería comer.
- Son estupendos. - contesté apresuradamente alejándome de él y fingiendo ver los coches. - Quiero verlos un poco más. ¿de acuerdo?
- ¡Por supuesto! Si necesita algo llámame. - dijo cogiéndose las manos y observando como me alejaba de él.
Entrar a las tiendas era como empezar un juego de supervivencia. Los empleados eran hienas hambrientas esperando el momento adecuado para atacar a su presa y yo por desgracia era la más débil de todas. No me consideraba lo suficiente fuerte como para rechazar algo de esas personas.
Escondida estuve un largo rato mientras decidía que coche escoger. Todos eran de cinco puertas, no muy grandes y de colores alegres, cómodos y con gps integrado. Algo que agradecía de todo corazón, después de todo carecía de sentido de la orientación y aquello siempre era un aliciente a la hora de elegir un vehículo. Estuve a punto de salir de mi guarida y elegir un Seat Ibiza color rojo cuando encontré mi coche deseado. Curiosa me acerqué y lo miré pasando la mano por el capó. Era un citroen de color verde, con cinco puertas y gran maletero. No había ningún cartel dónde pusieran sus características y tampoco tenía señales de haber sido muy usado. Curiosa abrí la puerta deseando notar aquello que me diría que “ese” era mi vehículo, pero al sentarme en el asiento y girar la cabeza no noté nada, tan sólo lo vi a él...
(。◕ ‿ ◕。)/ Holaaa Cath, me alegra que te hayas puesto las pilas con tus retos y que quieras hacerlos ordenadamente esta vez XDDDD
ResponderEliminarHe leído el texto y de veras que me esperé una gran historia de amor, me he decepcionado un poco ya que me dejó esas ganas y justo en la última estrofa!!! de todas formas el texto ha estado entretenido, si es que hay un segundo capítulo espero poder leerlo para ver si hay romance en él gracias por compartirlo :D
Espero puedas pasarte por mi humilde espacio ♥
穛 S4Ku SEK4i®
¡Gracias guapa!
EliminarMe alegro que te haya gustado, ya verás que pronto habrá algo de romance.
Un besito
¡Hola! Mucho éxito y ánimo así este año no hagas trampa en los retos xD Me gusta este, particularmente, porque tengo una historia de una chica enamorada de un fantasma, que he leído el titulo y me reí yo sola XD espero a saber qué pasa.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
¡Hola!
EliminarA ver si puedo lograrlo... crucemos los dedos.
¿Si? A ver si alguna vez lo publicas y lo leo también.
Un besito
Dejás con una intriga. Buen recurso.
ResponderEliminarBesos.