Cielo
La segunda vez que fui (20), me enamoré nuevamente de todo y de algo más: El cielo. Y otra vez, está por todo. Vayas donde vayas ahí estará, protegiéndote, siguiendo tus pasos incondicionalmente lo que hayas hecho o lo que vayas hacer. Es maravillosamente romántico ¿No creen?
En Venezuela, conocí una parte del cielo que jamás me había impactado. A decir verdad, nunca me había parado a contemplar el cielo más de lo necesario y justo. Ahora, no lo miro... sino lo veo. Me gusta cuando hay muchas nubes en el cielo, cuando esta tan azul como el mar, cuando una fina capa le cubre... o cuando está tan negro que ni me puedo ver a mi misma. Cuando la luna sale y ilumina todo, con sus estrellas... en fin todo de él.
Creo que no sabemos apreciar aquello que tenemos, que queremos tener más y no intentamos sacar la belleza de lo que nos rodea. Ni siquiera nos limitamos a intentar conocer aquello que está junto a nosotros. Obviamente, pensamos que ya lo conocemos todo... y es una vil mentira, seguramente intentamos escusarnos con eso, al saber que por mucho que miremos no lo vamos a ver de otra forma distinta... hasta que viajas, encuentras lo mismo pero con más hermosura y vuelves e intentas encontrar aquello hermoso bajo tu mismo cielo.
Lo maravilloso de esa sensación cuando llegas es que... siempre ha estado ahí y cuando pase el día de mañana... seguirá estándo.
Mira el cielo... y comparte tu alegría con él.
PD: La foto es del cielo de Venezuela, tomada por mi.
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