Reto Juevero: Máscaras

Ciao! (Italiano)
¡Que ganas que tenía de sentarme y escribir! No veas el mono que llevo, pero el trabajo me mantiene alejada de mi hobby y es un asco, porque tengo tanto que contar y tantas ideas que cuando tengo un tiempo o estoy durmiendo o haciendo cosas de adulto (comprar, arreglar, diligencias...) es un asco.
Pero bueno, ahora que al fin tengo un poco de tiempo de ocio aprovecharé y dejaré varias entradas hechas (ahora que sé que funciona..) y bueno, al menos me despacho a gusto.

Hoy participaré nuevamente en el reto Juevero, que obviamente voy más perdida que Sebastian en la película de Nemo, pero bueno... siempre que puedo intento aportar mi granito de arena.
La convocatorio de ésta semana la hace Roxana, así que pincha para enterarte un poco y para acosarla. Se supone que debo escribir algo relacionado con unas imágenes que ella ha puesto, y a mi la que he puesto me gusta. ¡Veamos que me sale!


Máscaras
Estábamos los dos desnudos, uno frente al otro sin ropa, ni maquillaje ni máscaras que pudieran alejarnos del uno del otro. Sólo nosotros, con nuestras heridas, nuestras inseguridades y nuestras inquietudes. Nada de mentiras, nada de falsedades... nada.

- Ésta es toda yo...- susurré con la voz segura, aunque cada rincón de mi cuerpo temblaba como una maraca.
- Lo veo...- logró hablar él con voz ronca, fijando sus ojos en cada curva de mi cuerpo, saboreando sus labios mientras se imaginaba como lamer cada espacio de mi ser.

El deseo comenzó a crecer desde lo más hondo de mi vagina, sentía como ésta se abría y como el calor se iba extendiendo por mi abdomen, piernas, brazos y rostro. Quise bajar la mirada, esconderme entre algo, tapar aquello de lo que me avergonzaba, pero habíamos prometidos no escondernos. No volver a taparnos con varias capas de mentiras.

- Te amo.- me recordó mientras daba un paso y estiraba al brazo hasta deslizar la yema de sus dedos por mi fría piel. Ahogué un gemido.

Tenía que resistir y no saltar sobre él, habíamos decidido conocernos primero tras el tacto, sin participar activamente en una relación sexual. Haríamos todo lento, pero cada roce de su mano hacía que el calor me invadiera más y el deseo me nublara la mente. Me sentía como un animal, como si mis instintos primarios nublaran mi sentido... lo quería a él, todo, dentro de mi, ya.

No besé sus labios hasta que examino cada rincón de mi cuerpo. No sentí el calor de su cuerpo sobre el mío hasta que se sacio de preguntas sobre mi vida real. No me penetró hasta que sintió cada gemido y súplica mía mientras su dedos jugaban en mi vagina.
No le dije te amo hasta que los ocho orgamos que me hizo sentir acabaron con la energía y fuerza de todo mi cuerpo.

- Te amo.- dije con voz ronca y exhausta.
- Ahora si podemos casarnos.- sonrió y me besó en los labios.

Si, ahora ya podíamos casarnos. La prueba había acabado.