52 Retos #2: Sin Pausa #3
Selamat datang! (Malayo)
Que precioso es tener un día libre, poder descansar, escribir, pasear ver a la gente que quieres... un sin fin de cosas. Obviamente mañana tendré que volver al movimiento pero bueno, al menos estaré más descansada y animada. ¿Qué más puedo pedir?
Y tengo que tachar de mi lista de pendientes el reto 52. La regla de hoy es "Escribir una escena sensual y que los protagonistas acaben en una barra de bar". Creo que no hay que dar explicaciones sobre el tema, pero agregaré que continuaré mi ¿historia corta? de "Sin Pausa", que realmente con éste reto me pega bastante.
Si nunca lo has leído pásate por la parte 1 y parte 2 antes de seguir leyendo.
¡Allá voy!
Sin Pausa #3
Al abrir los ojos fue vagamente consciente de donde estaba. No se encontraba en su casa y tampoco en la habitación de un hotel, y mucho menos en un hospital. Incluso estaba convencida de que no se encontraba en un lugar adecuado para dormir. Principalmente porque sentía como algo frío y pegajoso en su espalda, después los músculos de los brazos le dolían de estar tanto tiempo colgando y quizás lo más evidente, era que en una habitación normal no habían cientos de botellas en una vitrina y tampoco una zona de mesas de billar...
Levantándose lentamente comprobó que sus hipótesis eran correctas. Estaba en un bar, y no uno cualquiera. Sino en EL bar, aquel garito de mala muerte donde conoció a Marcos años atrás. Buscó en la barra a su acompañante nocturno, e intento recordar el nombre del susodicho, o incluso dónde lo había conocido o para ser más concreta en que hora había decidido quitarse las bragas y terminar retozando como conejos en un local.
Al darse cuenta que estaba sola, desnuda y abandonaba tuvo un leve sentimiento de decepción y ofensa. Pensó durante unos segundos como se habían sentido sus otros amantes, pero le duró lo suficiente hasta que encontró su tanga destrozado encima de una silla. Se entretuvo buscando las demás prendas de vestir hasta que alguien la interrumpió. Un hombre alto, grande y de piel tostada se acercaba a ella con dos tazas de café humeante. Sabía que debía decir algo, pero se quedo embobada al verle, después de todo no era la primera vez que habían tenido un encuentro sexual... ese hombre era el mismo musculoso del pajar. Trago saliva cuando sintió como se pegaba ella y rozaba su feliz erección y le daba un beso mañanero con sabor a café.
- No digas nada, estoy acostumbrado.- le susurró al oído con voz ronca y se alejó dentro de la barra a colocar las cosas.
¿En que momento habían tenido semejante conexión para que él se tomara la libertad de volver a besarla? A pesar de que quería gruñirle y decirle de todo, se aovilló en una silla, con tan sólo las bragas y de morros bebió el café mientras observaba como el guapo hombre musculoso arreglaba los destrozos de su noche de placer.
A medida que todo iba volviendo a su lugar pequeñas imágenes de la noche pasada iban apareciendo en su cabeza: Unas miradas, unos roces tontos con los dedos, una sonrisa, un pequeño acercamiento cadera con cadera, para terminar en un apasionado beso que se alargo a intensas caricias. En un segundo se dio cuenta que se habían quedado solos, después él la empotró contra la pared y su cordura terminó. Sus manos grandes, ardientes cubrían sus pechos enteros aún con el fino vestido que llevaba. Los labios grandes y gruesos succionaban cada rincón de su cuerpo, queriendo abarcar el máximo espacio en poco tiempo. Y para colmo sus caderas fuertes y masculinas embestían contra ella en cualquier rincón que fuera posible. Así habían terminado desnudos encima de la barra de ese bar.
Casi sin haberse dado cuenta había dejado de beber el café y le miraba con ojos de leona en celo, mientras el de vez en cuando le enviaba una mirada divertida y se contoneaba como un pavo real. Impulsada por el instinto animal dio un brinco de la silla y se acercó a él, dispuesta a comenzar la ronda dos, cuando estaba a pocos centímetros de sus labios, él rió y colocó su largo dedo entre ellos, le guiñó un ojo y antes de proseguir con sus tareas dijo " Primero el café que me debes".
En ese instante supo que debía hacer claramente un stop en su duelo sexual para centrarse en aquel moreno enorme que le robaba el hipo y el dolor.
Que precioso es tener un día libre, poder descansar, escribir, pasear ver a la gente que quieres... un sin fin de cosas. Obviamente mañana tendré que volver al movimiento pero bueno, al menos estaré más descansada y animada. ¿Qué más puedo pedir?
Y tengo que tachar de mi lista de pendientes el reto 52. La regla de hoy es "Escribir una escena sensual y que los protagonistas acaben en una barra de bar". Creo que no hay que dar explicaciones sobre el tema, pero agregaré que continuaré mi ¿historia corta? de "Sin Pausa", que realmente con éste reto me pega bastante.
Si nunca lo has leído pásate por la parte 1 y parte 2 antes de seguir leyendo.
¡Allá voy!
Sin Pausa #3
Al abrir los ojos fue vagamente consciente de donde estaba. No se encontraba en su casa y tampoco en la habitación de un hotel, y mucho menos en un hospital. Incluso estaba convencida de que no se encontraba en un lugar adecuado para dormir. Principalmente porque sentía como algo frío y pegajoso en su espalda, después los músculos de los brazos le dolían de estar tanto tiempo colgando y quizás lo más evidente, era que en una habitación normal no habían cientos de botellas en una vitrina y tampoco una zona de mesas de billar...
Levantándose lentamente comprobó que sus hipótesis eran correctas. Estaba en un bar, y no uno cualquiera. Sino en EL bar, aquel garito de mala muerte donde conoció a Marcos años atrás. Buscó en la barra a su acompañante nocturno, e intento recordar el nombre del susodicho, o incluso dónde lo había conocido o para ser más concreta en que hora había decidido quitarse las bragas y terminar retozando como conejos en un local.
Al darse cuenta que estaba sola, desnuda y abandonaba tuvo un leve sentimiento de decepción y ofensa. Pensó durante unos segundos como se habían sentido sus otros amantes, pero le duró lo suficiente hasta que encontró su tanga destrozado encima de una silla. Se entretuvo buscando las demás prendas de vestir hasta que alguien la interrumpió. Un hombre alto, grande y de piel tostada se acercaba a ella con dos tazas de café humeante. Sabía que debía decir algo, pero se quedo embobada al verle, después de todo no era la primera vez que habían tenido un encuentro sexual... ese hombre era el mismo musculoso del pajar. Trago saliva cuando sintió como se pegaba ella y rozaba su feliz erección y le daba un beso mañanero con sabor a café.
- No digas nada, estoy acostumbrado.- le susurró al oído con voz ronca y se alejó dentro de la barra a colocar las cosas.
¿En que momento habían tenido semejante conexión para que él se tomara la libertad de volver a besarla? A pesar de que quería gruñirle y decirle de todo, se aovilló en una silla, con tan sólo las bragas y de morros bebió el café mientras observaba como el guapo hombre musculoso arreglaba los destrozos de su noche de placer.
A medida que todo iba volviendo a su lugar pequeñas imágenes de la noche pasada iban apareciendo en su cabeza: Unas miradas, unos roces tontos con los dedos, una sonrisa, un pequeño acercamiento cadera con cadera, para terminar en un apasionado beso que se alargo a intensas caricias. En un segundo se dio cuenta que se habían quedado solos, después él la empotró contra la pared y su cordura terminó. Sus manos grandes, ardientes cubrían sus pechos enteros aún con el fino vestido que llevaba. Los labios grandes y gruesos succionaban cada rincón de su cuerpo, queriendo abarcar el máximo espacio en poco tiempo. Y para colmo sus caderas fuertes y masculinas embestían contra ella en cualquier rincón que fuera posible. Así habían terminado desnudos encima de la barra de ese bar.
Casi sin haberse dado cuenta había dejado de beber el café y le miraba con ojos de leona en celo, mientras el de vez en cuando le enviaba una mirada divertida y se contoneaba como un pavo real. Impulsada por el instinto animal dio un brinco de la silla y se acercó a él, dispuesta a comenzar la ronda dos, cuando estaba a pocos centímetros de sus labios, él rió y colocó su largo dedo entre ellos, le guiñó un ojo y antes de proseguir con sus tareas dijo " Primero el café que me debes".
En ese instante supo que debía hacer claramente un stop en su duelo sexual para centrarse en aquel moreno enorme que le robaba el hipo y el dolor.
Podrís significar el paso de una conducta compulsiva a algo deseado. Interesantes planteos.
ResponderEliminarSaludos
Sip, es divertido. Un saludo
EliminarNo ha estado nada mal :)
ResponderEliminarGracias <3
Eliminar¡Hola! Parece que al final, ha encontrado algo más que un encuentro casual. Me encanta <3 A ver si en algún momento cuentan qué tal les fue a ambos :D
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Oh, me alegra que te haya gustado. Veré si puedo hacer una continuación.
EliminarUn abrazo
(。◕ ‿ ◕。)/ Holaaa!!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el desarrollo del relato finalmente no pudo resistirse, lo has llevado genial me ha gustado un montón!
Ten bonito día espero puedas pasar a visitarme un abrazo!
穛 S4Ku SEK4i®
Gracias, me alegra que te haya gustado :D
Eliminar!Wow! Una trama llena de romance, erotismo, sensualidad, con ese final arrollador. Me gusto eso de “retozando como conejos” so sweet and cute. Me gusto la ninfomanía de tu personaje. Te quedo genial!
ResponderEliminarBso
¿No habías escuchado esa expresión? Es brutal, a mi me gusta utilizarla. Me alegro que te haya gustado.
EliminarUn besote guapa