Gym para Escritores: Vecina Fantasma

Túturu~

Después de una semana bastante movida, llevo dos días de relax. No me he levantado de la cama, a menos para cocinar o recibir a mi madre para que viera a F. Sé que debería hacer algo de ejercicio o moverme, pero no sé... No tengo energía. ¿A ti te pasa algo así? 

Quiero volver a tener mi barriga no flan, perder algo de peso y ser una chica garçon... pero seguro que me costará. ¿Alguna idea de dieta no difícil?

Hoy me toca seguir con el Gym para Escritores, si no sabes de que trata pincha AQUÍ, la dinámica es muy fácil. Roxana pone unas reglas y tu las sigues y así haces un relato. ¿Fácil no?

La regla de hoy es escribir un relato romántico sobrenatural, no importa si los dos son bichos o si solo es uno, o si son muchos. Simplemente tiene que ser de algo raro. ¿Vamos allá?

Vecina Fantasma

Llevaba siglos vagando por aquella comunidad de vecinos. La mayoría eran bastante normales, aburridos y diría que ninguno tenía nada lo suficiente jugoso para aprovecharme de ellos. Realmente mi no-vida era la cosa más aburrida del mundo. Quería asustar, manipular, divertirme a costa de los miedos de los demás. Después de todo era un fantasma, esa era mi tarea al fin y al cabo. Si no, ¿por qué me quedé estancada a esta sucia y roñoza finca?

Estaba flotando entre pared y pared, deslizándome como una serpiente entre las escaleras cuando lo vi. Era un muchacho bastante enclenque, de piel pálida, ojeroso y unos labios tan finos que parecía que no tenía boca. Se mudaba al ático, el piso más nuevo de toda la finca. El propietario lo había arreglado para poder sacarle una pasta al siguiente inquilino, pero por lo visto éste muchacho no tenía que pagar tanto. Eso me llamó la atención y decidí investigar un poquito más...

Tardo más de una semana en personalizar ese piso, tampoco lo había cambiado mucho y lo poco que me dejo ver de él, era que comía poco, bebía mucho café y dormía durante el día y vivía durante la noche. Se pasaba las noches en vela, delante de un ordenador haciendo algo con códigos informáticos. No sé mucho de esas cosas y tampoco es que me interesen mucho, pero ese muchacho parecía hacerlo con tanta pasión que simplemente no podía dejarle de ver...

- ¿Qué te gusta tanto de eso?- hablé sabiendo que no me iba a contestar.

- Poder crear algo...- me contesto sin dejar de mirar la pantalla.

- ¿Qué?¿Me puedes oír?- pregunté asombrada y fascinada por aquel ser.

- Y ver también, ¿es que te aburres y por eso me espías?

- Un poco...- confesé avergonzada.

- ¿Qué quieres saber?

Y casi sin darnos cuentas, ese flacucho me contó su vida, sus intereses, sus miedos... y por primera vez en siglos no quería aprovecharme de nada de eso, más bien, quería protegerle, cuidarle y sobretodo... tenerlo para mi sola. 

Supongo que eso era el amor, ese sentimiento que en vida jamás sentí... pero que ironía que después de muerta lo pueda sentir. ¿no?