Reto 52 #19: Escape

Quiero hacerte una pregunta muy mía, más que nada porque no pienso hacer lo contrario porque es una tontería, aunque me encantaría hacerlo... es algo complejo. ¿Me sigues?

La cosa es que normalmente (cuando puedo) suelo hacer como mucho dos entradas, pero... ¿si hiciera tres estaría bien? Al menos cuando tuviera muchas ideas, si no... seguiría haciendo una o dos dependiendo del momento. ¿Qué me dices?

Después de mi introducción normal vengo con el reto 52, he estado pensando en eso de hacer aquellos que me gustan, pero no sé... no serían 52 ¿no? Quizás siga haciendo mi trampas que al menos son muy mías.
El reto 19 es que el protagonista sólo vea solución con el suicidio... así que ¡allá voy!


Escape
Al mirarse las manos éstas estaban llenas de sangre, el líquido rojo le caía por los dedos, manchando las pequeñas hojas del césped. No había ningún ruido, excepto el gorgojeo del hombre ahogándose con su propia sangre. Quería sentirse algo culpable, sentir al menos un poco de remordimientos pero en vez de eso, se paró delante del cuerpo del hombre y le estripó el cráneo con el zapato. Arrugó el ceño asqueado y agitó el pie para quitar los restos de carne y sangre.
Cuando terminó de limpiarse los zapatos se marchó, dejando el cuerpo, la arma del crimen y todas sus huellas en la escena. No tenía intención de ocultarse, había asesinado a ese cretino a sangre fría y si tuviera otra oportunidad lo volvería a hacer. Esa clase de seres no tenían derecho a vivir, por eso se había tomado la justicia por su mano.

- ¿y qué harás ahora?- preguntó el conductor cuando lo vio entrar en el coche lleno de sangre y con el rostro tranquilo.
- Lo que te pedí que hicieras.- encendió el cigarro y comenzó a fumar.
- Jack, ¿de verdad... crees que es necesario?
- He matado a una persona, Joe... y no hay condena que pueda enmendar lo que he hecho.
- Somos policías, algo haremos...- le dijo su amigo conduciendo.
- Dame la pistola Joe.
- Jack...- siseó.
- ¡Dame la puta pistola Joe!

Arregañadientes Joe aparcó el coche cerca de un parking abandonado, le entró la pistola y bajó del auto. No tuvo tiempo de alejarse cuando los sesos de su amigo estuvieron esparcidos por el cristal de ese viejo volvo azul. Quiso llorar, quiso hacer lo mismo que él... pero no se consideraba tan valiente como su amigo, el suicidio no era la mejor opción.