Lluvia
Al salir de la casa el calor le golpeó en el cuerpo. La humedad comenzó a invadir cada rincón de su cuerpo poco a poco. Empezó por los brazos descubiertos, dónde el aire fresco le golpeaba con más precisión, mientras que por dónde estaba las telas de las ropas la sensación de quemazón iba de otra forma. Las gotas de sudor que le corrían por el cuello iban cayendo entre sus clavículas y senos, hasta morir en su ombligo. La humedad del sudor junta al del calor, hacía que la ropa se le pegara al cuerpo, provocándole una incomodidad que la privaba de disfrutar de su merecido descanso, después de trabajar.
Una ola de aire le golpeó una vez más, pero ésta vez traía consigo olor a tierra mojada y a agua. Levantó la cabeza para mirar al cielo que comenzaba a llenarse de nubes grises y negras. Sonrió y prosiguió su camino a la libertad.
Pocos minutos después de caminar, unas gotas frías comenzaron a caerle por el cuerpo. No eran seguidas, por lo que no le empapaban, pero le ofreció a su incómodo cuerpo una leve sensación de frescor. Esto mismo se repitió durante unos breves segundos, hasta que pronto cesó y el bochorno volvió.
Fueron al menos unos pocos segundos de frescor, pero suficiente para apreciar la lluvia.
Sonrió y siguió su camino.
©Catalina Hartfiel
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