Errores del egocentrismo
El título no debería ser "Errores del egocentrimos" porque realmente no me considero una persona egocéntrica. La palabra que pega más sería "pretenciosa", pero literariamente no quedaba bien lo de "Errores del pretencionismo". Incluso queda feo a la hora de leerlo, por lo que me quedé con lo de "egocentrimos", porque después de todo... algo egoísta lo soy.
¿Quién no?
Durante mi infancia fui una niña bastante tímida, con la autoestima baja y serios problemas de carácter. Era la típica chica que se quedaba callada cuando la insultaban o se metían con ella. Realmente nunca he tenido mucho carácter, incluso ahora me cuesta sacarlo. A excepción de cuando mi nivel de aguante se ve desbordado. Ahí, incluso el mismo Buda explota.
Siempre me ha costado mucho decir lo que pienso, incluso comentar algo que me disgusta. Incluso decir a alguna amiga que no me gustaba que me copiara los deberes. Cosas que son tontas, pero cuando tienes una mochila de problemas personales, parece algo más serio de lo que es. Siguiendo esa línea de debilidad, mis progenitores decidieron que eso debía cambiar y comenzaron a machacarme a base de bien.
Recuerdo que cada vez que me decían "Tenemos que hablar" instintivamente comenzaba a llorar. Quizás me iba a decir algo bueno, pero mi propio cerebro ya se ponía a la defensiva y lloraba. No es un método muy adulto, pero con 12 o 13 años... tampoco se podía esperar nada, de una niña como yo.
Así que pasando los años y con largos sermones llegué a lo que soy yo. En cierto modo soy bastante pretenciosa e incluso engreída, pero siempre dentro de unos parámetros humildes.
Quiero decir, no diré que "soy buena" en algo cuando no es verdad. Por ejemplo, las matemáticas me superan. Soy una inepta en ellas. Y no me averguenzo en decirlo, porque es verdad. Me cuesta y necesito más tiempo de lo normal, y tampoco es algo que me preocupe, porque... teniendo una calculadora ¿para qué he de esforzarme? Sí, es algo triste aceptarlo, pero mientras lo tenga claro. ¿A quién perjudico? Sí, a mí misma. Pero tampoco me preocupa, prefiero mejorar en otras cosas que en matemáticas.
A lo que venía. Soy pretenciosa y chula en aquello que sé que soy "buena". No un genio, pero si que soy buena. Se me da bien, incluso puedo enseñar. ¿Para que mentir?
Hasta ahí nunca he tenido ningún problema, más bien teniendo ese pensamiento abrí éste blog. En el 2008 tenía 17 años. Aún tenía un largo camino personal que recorrer, estaba comenzando a "cambiar/mejorar" pero había sólo una cosa que sabía que era buena. Y esa era escribir. Siempre he tenido mucha imaginación y el don para crear expectación para escribir. No son palabras que diga yo, son palabras dichas por otras personas. Así que parto desde la idea de otra persona...
Entonces como ya tenía ese "don" pues me encargué de fortalecerme a partir de ahí. A mejorar (como persona) y a crecerme. Al final terminé creando otra Cata. La fuerte, la chula y arrogante. La que podía enfrentarse al dolor sin bajar la cabeza. La Cata que muchas personas conocen, y no a la niña de 12 o 15 años, que se ocultaba tras su máscara de debilidades. Es verdad que la nueva Cata es mucho mejor que la anterior, pero aún así hay una cierta parte de mí que sigue siendo así. Sigue teniendo miedo a la soledad y a la oscuridad (para citar algo) y hasta hace poco, en el ámbito literal, la Cata fuerte era la que dominaba. Simplemente sabía que era buena. Es verdad, tenía que mejorar, pero aún así era buena. Nadie podía decir que no. Y el quien lo hacía, se merecía un hueco en mi death note (chiste para otakus). Hasta que hace unos días, mi editor personal (mi padre no biológico) me iluminó. Me golpeó de tal manera que hizo que la Cata antigua hablara con la nueva, para centrarse en mejorar la parte literaria. Es verdad que tengo facilidad para crear historias, para montarme películas y facilidad para escribir. Pero no escribo 100% bien.
Tengo fallos de gramática, de ortografía e incluso de redacción. Siempre he sabido que los he tenido, pero nunca me interesó cambiarlos... y eso me hacía bajar un peldaño a mi ambición de ser escritora profesional. De que la gente me tomara en serio, o incluso que la gente que yo considero profesionales de la literatura, me dijeran " ¡Joder Cati, que buena!". No quiero que me lo digan una vez. No, quiero que me lo digan siempre... por eso, ahora me comprometo a no sólo a revisar lo que escribo. Si no también a ser crítica con lo que escribo. Incluso en las páginas ñoñas donde participo. Quiero marcar un antes y un después en lo que escribo, y para eso te necesito a ti. Sí, tú que me lees y notas mis fallos. Quiero que me los digas, que me ayudes a alcanzar mi sueño y a no cometer los errores.
Quizás con la ayuda de todos, pueda ser mejor... ¿Qué te parece?
¿Quién no?
Durante mi infancia fui una niña bastante tímida, con la autoestima baja y serios problemas de carácter. Era la típica chica que se quedaba callada cuando la insultaban o se metían con ella. Realmente nunca he tenido mucho carácter, incluso ahora me cuesta sacarlo. A excepción de cuando mi nivel de aguante se ve desbordado. Ahí, incluso el mismo Buda explota.
Siempre me ha costado mucho decir lo que pienso, incluso comentar algo que me disgusta. Incluso decir a alguna amiga que no me gustaba que me copiara los deberes. Cosas que son tontas, pero cuando tienes una mochila de problemas personales, parece algo más serio de lo que es. Siguiendo esa línea de debilidad, mis progenitores decidieron que eso debía cambiar y comenzaron a machacarme a base de bien.
Recuerdo que cada vez que me decían "Tenemos que hablar" instintivamente comenzaba a llorar. Quizás me iba a decir algo bueno, pero mi propio cerebro ya se ponía a la defensiva y lloraba. No es un método muy adulto, pero con 12 o 13 años... tampoco se podía esperar nada, de una niña como yo.
Así que pasando los años y con largos sermones llegué a lo que soy yo. En cierto modo soy bastante pretenciosa e incluso engreída, pero siempre dentro de unos parámetros humildes.
Quiero decir, no diré que "soy buena" en algo cuando no es verdad. Por ejemplo, las matemáticas me superan. Soy una inepta en ellas. Y no me averguenzo en decirlo, porque es verdad. Me cuesta y necesito más tiempo de lo normal, y tampoco es algo que me preocupe, porque... teniendo una calculadora ¿para qué he de esforzarme? Sí, es algo triste aceptarlo, pero mientras lo tenga claro. ¿A quién perjudico? Sí, a mí misma. Pero tampoco me preocupa, prefiero mejorar en otras cosas que en matemáticas.
A lo que venía. Soy pretenciosa y chula en aquello que sé que soy "buena". No un genio, pero si que soy buena. Se me da bien, incluso puedo enseñar. ¿Para que mentir?
Hasta ahí nunca he tenido ningún problema, más bien teniendo ese pensamiento abrí éste blog. En el 2008 tenía 17 años. Aún tenía un largo camino personal que recorrer, estaba comenzando a "cambiar/mejorar" pero había sólo una cosa que sabía que era buena. Y esa era escribir. Siempre he tenido mucha imaginación y el don para crear expectación para escribir. No son palabras que diga yo, son palabras dichas por otras personas. Así que parto desde la idea de otra persona...
Entonces como ya tenía ese "don" pues me encargué de fortalecerme a partir de ahí. A mejorar (como persona) y a crecerme. Al final terminé creando otra Cata. La fuerte, la chula y arrogante. La que podía enfrentarse al dolor sin bajar la cabeza. La Cata que muchas personas conocen, y no a la niña de 12 o 15 años, que se ocultaba tras su máscara de debilidades. Es verdad que la nueva Cata es mucho mejor que la anterior, pero aún así hay una cierta parte de mí que sigue siendo así. Sigue teniendo miedo a la soledad y a la oscuridad (para citar algo) y hasta hace poco, en el ámbito literal, la Cata fuerte era la que dominaba. Simplemente sabía que era buena. Es verdad, tenía que mejorar, pero aún así era buena. Nadie podía decir que no. Y el quien lo hacía, se merecía un hueco en mi death note (chiste para otakus). Hasta que hace unos días, mi editor personal (mi padre no biológico) me iluminó. Me golpeó de tal manera que hizo que la Cata antigua hablara con la nueva, para centrarse en mejorar la parte literaria. Es verdad que tengo facilidad para crear historias, para montarme películas y facilidad para escribir. Pero no escribo 100% bien.
Tengo fallos de gramática, de ortografía e incluso de redacción. Siempre he sabido que los he tenido, pero nunca me interesó cambiarlos... y eso me hacía bajar un peldaño a mi ambición de ser escritora profesional. De que la gente me tomara en serio, o incluso que la gente que yo considero profesionales de la literatura, me dijeran " ¡Joder Cati, que buena!". No quiero que me lo digan una vez. No, quiero que me lo digan siempre... por eso, ahora me comprometo a no sólo a revisar lo que escribo. Si no también a ser crítica con lo que escribo. Incluso en las páginas ñoñas donde participo. Quiero marcar un antes y un después en lo que escribo, y para eso te necesito a ti. Sí, tú que me lees y notas mis fallos. Quiero que me los digas, que me ayudes a alcanzar mi sueño y a no cometer los errores.
Quizás con la ayuda de todos, pueda ser mejor... ¿Qué te parece?
Pues ya sabes que puedes contar conmigo, Cata. Pero los errores se corrigen por privado, ¿vale? Un beso, guapa. Me encanta cómo escribes ;).
ResponderEliminarPues ya sabes que puedes contar conmigo, Cata. Pero los errores se corrigen por privado, ¿vale? Un beso, guapa. Me encanta cómo escribes ;).
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