¡F duerme!
Desde el día 25 que no escribo y mira que tenía unas ganas, pero ya sabes como soy y como necesito estar conectada en cuerpo y alma para poder sentarme y escribir. Aunque no escriba activamente aquí ya sabes que en las redes sociales estoy on fire. Más que nada publico cosas de madre (mocos, pañales...etc) o cosas de gatitos, café y demás... pero bueno, chica, al menos sabes que no he muerto en combate.
¿Cómo has empezado el año?¿Tienes propósitos? ¡Yo si! Y por los momentos voy cumpliendo los míos poco a poco, sin grandes esperanzas pero bueno... es mejor que una piedra. Cuéntame ¿Cuál es el tuyo?
Como bien sabes soy una osada y una chula playa y una boca chancla y me he retado a escribir estos retos de dos en dos, y hoy vengo más calentita y he decido poner tres. ¡Si! Ahora para que me salga una mierda y me des un toque por bocazas. En fin, como el reto de los 7 pecados capitales me da un morbillo y me faltan solo cuatro pecados he decidido juntar tres de ellos y éstos son: La envidia, ira y soberbia.
La historia va sobre un sueño que tuve, alguna vez comentaré como es que clasifico los sueños porque es algo muy interesante. Éste fue interesante aunque el contenido fue horrible, pero chica... se me quedo en la cabeza.
¡Allá voy!
La Envidia que se volvió ira
No podía olvidarla.
Simplemente no entendía como había podido borrar todos nuestros recuerdos.
Mi cerebro no comprendía en qué momento todo había cambiado, no quería entender los motivos por los que ella me había dejado. En su rostro no vi dolor, tampoco tristeza e incluso, podía ver entre sus ojos una ligera sonrisa. Era incapaz de entender cuando se fracturo todo.
Los días y meses iban pasando, el tiempo caía sobre mi cuerpo y aún, en las noches recordaba toda nuestra historia. El día que nos conocimos, los momentos en que por el azar nos encontrábamos, sus sonrisas con mis comentarios y ante todo, vi el tiempo a través de ella. La conocí siendo una niña y me enamoré de ella siendo una mujer. Vi como su cuerpo de niña se iba transformando, como su cintura cogía curva, como sus pechos se llenaban y como la rededondez de su cara se perfilaba. Vi con mis propios ojos como se transformó en mujer, y en ese instante supe que quería hacerla mujer... quería profanar lo que nadie había tocado, deseaba tenerla en mis brazos, besar cada rincón de su cuerpo, dejar marca en su pálida piel. Quería poseerla y la tuve.
Ella, su piel, sus labios, su sexo... todo fue mío y en cuestión de tiempo no.
Un día era mi novia y al siguiente sólo una conocida.
Quería olvidarla pero era imposible siendo empleado de su madre. A través de los labios de mi jefa me enteré que tenía novio, que estaba enamorada y era feliz. Después que rompió con el novio y tracé un plan para encontrarla, para verla y hacerla olvidar a aquel infeliz. Ella era mía. Siempre lo había sido y siempre lo seré. Unos días antes de provocar nuestro encuentro mi jefa me comenta que vuelve a estar con su novio y que será abuela. Eso me deja en shock, pero aún así... ella seguirá siendo mía. Un embarazo siempre puede ir mal. Recé para que así fuera.
El tiempo seguía y el embarazo iba bien, pronto hubo campanas de boda y después el nacimiento de la criatura. Los vi, a ella y a él. ¿Cómo me podía haber dejado? ¡A mi! Yo era mejor. Alto, guapo, atractivo y mayor. Ella siempre decía que le gustaban mayores. Yo era su mayor.
Un día nos encontramos en la casa de mi jefa. Tengo que hacerle unos arreglos y ella esta ahí, sola sin criatura y sin marido. Parece nerviosa y esquiva mi mirada. Sonrió divertido. Lo hace aposta, ese juego me lo conozco. Recuerdo aquel día que se presentó sin bragas en la sala y sólo con un pequeño pantalón de pijama y una blusa. Podía ver sus redondos pechos y asomaba un blanca nalga. Ese día me contuve. Hoy, buscaba excusas para entrar donde estaba ella. A diferencia de los años anterior, ahora era una mujer madura, con cuerpo de madre y rostro de mujer. Era mía y yo debía haber sido el quien hiciera cambiar ese cuerpo. Gruño y al entrar la cojo de la cintura, ella lucha, se resiste pero la acorralo en la cama. La beso, el cuello, me aprieto a ella. Hago que note mi pene. Mi duro pene que le penetro tantas veces y la hizo gozar como una perra. Sonrió y lamo su cuello. De eso escucho unos lamentos y gemidos. Eso no me gusta, me levanto y la veo...
Suelto el agarre y antes de que pudiera reaccionar sale corriendo y ya temo por mi, por mi trabajo y mi reputación.
¿En que clase de bestia me había convertido?
PD: He adaptado el sueño desde la perspectiva de él, si estas interesado en la de ella dímelo y quizás te cuento la anecdota esa de el pantalón de pijama sin bragas. Fue divertido.
Se agradece que hayas aportado algo nuevo, teniendo tanto en tu mente.
ResponderEliminarInteresante adaptar un sueño a un relato, cambiando el punto de vista. También se mezcló la lujuria.
Y sí, me interesaría el relato desde el punto de vista de ella.
Un abrazo.
¡Gracias!
EliminarSi, si lo hubiera pensado ni me habría salido.
Un besito
Muy buen relato amiga 💖
ResponderEliminarUn beso desde Plegarias en la Noche
¡Gracias amiga!
EliminarUn besote