Hacia el mar
Llevo bastante tiempo queriendo escribir, pero entre el trabajo, la casa, F y existir, tengo poco tiempo para escribir. Aunque al menos estoy leyendo mucho... soy una fuyoshi muy feliz. Eso no va a cambiar por muchos años que tenga...
He escrito un pequeño relato a raíz de un sueño que tuve hace bastante tiempo. Originalmente no era así, pero entre que no me salía como quería y que había perdido el hilo del sueño... decidí cambiarlo así. He perdido bastante soltura a la hora de escribir, así que espero que seas clemente con ésta patata vieja.
¡Espero que te guste!
HACIA EL MAR
Esa era su última oportunidad para hacer la loca. El tiempo de ser descuidada, descortés y desenfrenada estaba llegando a su fin, y por mucho que lo hubiera pospuesto durante un largo año. Delante del mar, de las montañas y ese cielo azul que la vio crecer, sabía que debía dejarlo todo atrás. Ese verano era el último que podía tirarse al mar, nadar desnuda y reír con la boca abierta sin importarle nada. Iba a dejar de ser una niña para convertirse en una adulta, aunque biologicamente hacía años que había dejado atrás la niñez, pero aún su mente se había resistido a hacer ese cambio. Por eso, se había propuesto dejarlo todo atrás al finalizar el verano. Quería recordar todo lo que podía hacer sin miramientos, para poder seguir adelante sin arrepentirse de nada.
Dio un grito al aire y se tiró de cabeza hacia el mar. El agua fría golpeó su cuerpo desnudo, las algas que flotaban se le enrroscaron en los pies y su cabello se coló en su cara. Nadó a ciegas hasta la superficie y contempló el maravilloso acantilado por el cual había saltado. Desde niña se había pasado el verano entre aquellas paredes rocosas, escondido entre los grandes árboles y nadando en esas aguas cristalinas. Sus grandes progresos en la natación se debían a las largas horas que se dedicaba a nadar ahí. Daba igual el tiempo, el día o la hora. Siempre encontraba el momento para volverse una con el mar, pero al igual que muchas otras cosas, sabía que eso debía quedar atrás.Nadó un rato más hasta que encontró un pequeño bote flotando en el centro del mar. Se acercó a el para encontrarse a un joven pescando. Al verla desnuda entre el agua se giró y le ofreció una toalla avergonzado. Ella sonrió y subió al bote para luego envolverse con la toalla. Cuando el joven notó que ella estaba tapada se giró y la miró aún algo apenado.
- ¿Vives por aquí?- preguntó para romper el silencio incomodo que se había formado entre ellos.
- Si, a una hora caminando. La pequeña tienda de pesca es de mi padre.- dijo mientras señalaba la bolsa donde el joven tenía los objetos para pescar.
- ¡Oh! Nunca te había visto...- parecía muy sorprendido, como si fuera un cliente habitual, y si lo era, ella tampoco lo había visto nunca. Y eso que solía pasarse mucho tiempo en la tienda.
- Estudio en la ciudad, pero cuando tengo vacaciones… vengo aquí.- informó como si con eso se llenaran los vacíos de la historia.
- Vaya, yo en vacaciones vuelvo a la ciudad…
Después de ese intercambio absurdo de información el silencio entre ambos se volvió tan incomodo y tonto, que ninguno pudo contener la risa. Entre carcajadas se contaron detalles sobre el pueblo, la playa y ese acantilado que ninguno de los dos conocía. Era extraño, como la perspectiva de un lugar podía cambiar tanto entre personas.
Al llegar a la orilla, él arrastró la barca hasta la arena y recogió sus pertenencias sin ningún pescado. Ella aún seguía envuelta en la toalla, con la nariz roja y algo de frío. Sin decir nada él sacó una camiseta y se la ofreció. Igual que había hecho horas atrás se giró y le concedió un minuto de intimidad para que se vistiera. Ella sonrió y gustosa se puso la camisa. Olía a pino y chocolate.
- ¿Sueles nadar desnuda?- quiso saber mientras reanudaban la marcha por la orilla hasta llegar a la salida de la playa.
- Si, aunque éste es el último verano que podré hacerlo.- comentó con cierta tristeza.
- ¿Por qué?- preguntó curioso.- Parecías muy feliz…
- Se supone que soy una adulta…
- Ser adulto no es dejar de hacer las cosas que te gustan...- dijo mientras hundía sus hombros y señalaba su cubeta vacía.
Llegaron a la tienda de pesca y aún no se habían terminado de decir lo que querían. Ambos se despidieron con un beso en la mejilla y volvieron a sus respectivos hogares. No sabían el nombre del otro, pero se volverían a encontrar una vez más marchando hacia el mar, porque el mar les había unido y no les volvería a separar.
¿Realmente crees que perdiste la soltura para escribir?
ResponderEliminarNo sólo porque recibiste un sueño inspirador. Sino que supiste aprovecharlo bien para escribir este relato.
Y coincico con no dejar de hacer las cosas que gustan.
Y seguro que habrá otro encuentro, el mar los unió
Besos.
¡Ay muchas gracias! De verdad siento que me falta soltura, pero me alegra notar que es solo una sensación mía.
EliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado.
Un abrazo
El mar es tan inspirador 💜 te quedo un gran relato, bella.
ResponderEliminarUn besote desde Plegarias en la Noche
¡Si, inspira mucho! Y es tan tranquilo y bonito... ¡Muchas gracias amiga!
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