Club


Soy obsesiva (tengo TOC diagnosticado 100%) y para colmo soy cíclica (cosas de ser mujer y en edad hormonal) así que cuando entro en cadena de algo, no hay modo de que salga de la línea... Ya te comenté antes que me he vuelto a enganchar al BL y por desgracia no tengo intención de salir de ese tema... No supero a Given aún. No tiene nada que ver, pero era necesario soltarlo.

La cosa es que hace un par de semanas me enteré de que iban a hacer un concurso literario, así que con todas mis ganas me presenté... ¿el problema? Me olvidé de la fecha de entrega y no la tenía acabada o al menos retocada como quería. Hice dos versiones de la misma, pero dejaré aquí la versión que más me gustó pero como no llegaba al límite de palabras, pues no lo envié. 

En fin, si no te gusta ver a dos hombres darse duro contra el muro abstente a leer, o si eres un morboso mente calenturienta, bienvenido seas... o, simplemente quieres leerme, pues también. 


CLUB


En algún momento comencé a desear saber más de él.

Ya no me bastaba las horas en clase, o las largas tardes de estudio, e incluso, los festivales deportivos que organizaba la universidad. Todo me sabía a poco y nada llenaba el vacío que dejaba su ausencia. No sabía en qué momento me había vuelto un avaricioso, pero así me sentía.

Los años fueron pasando y ese sentimiento tan sólo aumento. A pesar de que con el tiempo nos hicimos cercanos, no me vi capaz de declararme. Y cuando me sentía capaz, era muy tarde para hacerlo. A su lado había otra persona, en su rostro se dibujaba una sonrisa y con ello y su felicidad, me daba por satisfecho. El amor no es egoísta o al menos así se suponía que debía ser. Pero no para mi. Me hice detective con el fin de no perder su contacto. Una forma cobarde de seguir al lado del amado, pero la única forma viable que vi.

Y después de largos años, horas de trabajo, noches sin dormir y euros regalados, encontré el lugar donde trabajaba. No parecía muy acorde con su personalidad y con lo poco que recordaba de él en la facultad. Pero ahí era. Quizás con un poco de alcohol podría soltar mi voz y decir todo aquello que en años reprimí. O al menos eso me decía cuando me quedaba de piedra en la entrada del club.

- ¿Entrarás hoy?- me preguntó un camarero que ya me conocía.

- Siempre quise entrar en el exclusivo club 48 – le dije al camarero, como si no supiera que ese lugar se llamaba así y no fuera obvia mi necesidad.

- Lo sé, llevas viniendo desde hace 3 años…

Sacó un cigarrillo, lo encendió y dio una calada. Me ofreció uno y lo acepté con gusto. Necesitaba algo más que valor para cruzar esa simple puerta.

A pesar de la hora, aún el interior del club estaba vacío. Las personas estaban esparcidas por la sala en sillas cómodas y mesas redondas. En la barra los camareros habituales, preparando las bebidas de sus clientes, y en el pequeño escenario del local, ahí estaba él. Rasgando con los dedos una guitarra eléctrica, mientras su voz ronca y suave, llenaba el silencio con una canción de amor.

Tenía los ojos cerrados, el cabello negro desordenado y una camiseta sin mangas negra cubría su torso bien definido. Tragué saliva al recordar cuantos suspiros causaba al cambiarse en los vestuarios mixtos. Uno de sus brazos llevaba un tatuaje y en sus orejas pircings. Aquella versión de él, tan sólo hizo que el anhelo se volviera cada vez más insoportable.

No había tomado nada, y la nicotina no era lo suficiente para darme el valor. Pero aquella imagen de él, esa canción de amor y el aroma a licor, me empujó en hacer lo que hacia diez años no había podido.

Me acerqué a él justo cuando la canción terminó. Abrió los ojos y se encontró con los míos. El corazón se me detuvo cuando me sonrió.

- Haz tardado demasiado…

Dejó la guitarra sobre los amplificadores, bajó las pequeñas escaleras que subían el escenario y se me acercó. Su mano cogió mi nuca y se acercó a mi. Noté el olor a tabaco en su aliento, un aroma a fresco en su cuello y el calor en su piel cuando tiró de mi nuca y me besó.

Tan sólo tarde un segundo en reaccionar cuando sus labios tocaron los míos. Me pegué a él para sentirlo más de cerca y no pensar que era una alucinación. Le toque todo lo que pude, y probé de sus labios hasta saciarme. Cuando estuve satisfecho me separé de él y le miré, esperando alguna explicación, o alguna aclaración de lo que había pasado. Para mi, tan sólo haberlo encontrado y poder besarlo, había sido más que un logro y suficiente, pero, teniéndolo así, quería arriesgarme más, quería ser egoísta… y sobre todo quería más. Quería más de él. Para ser honesto, lo quería todo de él.

- Pensé que tarde o temprano vendrías, y no me equivoqué...- dijo dibujando una sonrisa complacida en su rostro.- no has cambiado nada, Haru.

Oír mi nombre en sus labios, me llevó al pasado, cuando compartíamos aula y asignaturas aburridas. Cuando mirábamos el cielo azul en el recreo y cuando, yo sin darme cuenta, compartíamos conversaciones que decían más de lo que creía.

- He estado ciego… - dije al darme cuenta, que el ciego había sido yo. – No era el único que anhelaba saber cosas de ti…

- Volverte detective me pareció pasarse, pero… siempre llegas al final de todo.- me besó en la frente y sujetó mi mano para llevarme a una parte reservada.

- ¿Dónde vamos?- pregunté al ver que recogía sus cosas de una taquilla y quitaba su nombre de ahí.

- A mi casa.

- Pero, ¿por qué vacías la taquilla?- quise saber alarmado.

- Ya no tengo ningún motivo para trabajar aquí.- comentó y me arrastró por los pasillos interiores del local.

- ¿Qué?

Hasta el camino a su moto, me explicó que al igual que yo, había buscado una forma de encontrarme, de llamar mi atención. Y tan sólo se le ocurrió entrar al famoso club 48, dónde las alma solitarias buscan consuelo entre alcohol y brazos de un desconocido.

Sabía que tarde o temprano, terminaría averiguando donde trabajaba y lo encontraría. Y el muy estúpido no se equivocaba. Solté una risa nerviosa mientras me apoyaba de su espalda, ya subido en su moto y preparado para notar mis muslos rugir sobre el motor.

- No te pienso dejar escapar.

Esas palabras no sonaron como un aviso, sino como una amenaza. Aún sin poder borrar la sonrisa de mi rostro abracé su cintura y me pegue bien a él.

- Por mi bien.

Y sus palabras y las mías, no sólo se convirtieron en una realidad sino en un mantra de nuestra relación. Él no me dejaría escapar y yo no dejaría de decir lo que siento.


Comentarios

  1. Muy bueno, pasional y rítmico. Saludos!

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  2. Ya habrá otra oportunidad para presentarlo, Cath ;) no te desanimes que esta buena la historia, más con la advertencia que diste al final jajajaj

    Un besote desde Plegarias en la Noche

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    1. Me alegra que te haya gustado, hombre... es que hay que avisarlo... que luego hay ofendiditos jaja Un besito

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  3. Hola Cath!!!
    Debe ser difícil vivir con TOC, yo a veces creo que todos lo tenemos pero en diferente porcentaje XD, que mal lo del concurso ojala te hubieras acordado de la fecha a mi me ha pasado ese tipo de cosas pero no en concursos si no en cosas pendientes de la vida cotidiana jajaja a veces hago planes sobre planes XDD la historia ha estado bien es una lástima que no tuviera la cantidad de letras solicitadas :c

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    1. Bueno... se lleva bastante bien, la medicación y la terapia ayuda mucho. Si, la cabeza no me da para más... XD mis neuronas no me dan para más Un besito

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  4. ¡Hola Cath!
    Bonito relato. Real como la vida misma. Dos almas que se buscan pero ninguna parece querer dar el primer paso. Menos mal que al final uno se ha lanzado. ¿Dónde hubiera acabado tanto amor?
    Un placer leerte

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    1. ¡Gracias! Uy, en mi mente acaba muy bien y en muchos lugares siendo felices. Un besito

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